domingo, 3 de agosto de 2014

Herederos de la difícil vida

La vida poco a poco te va poniendo piedrecitas en el camino, aunque a veces parece que de sopetón te tira una montaña. Pero hay que seguir, hay que encajar las nuevas piezas que te lanza la vida en nuestro puzzle vital. Así maduramos y seguimos hacia adelante.

Poco tiempo llevo yo, por ejemplo, desempleado. Y uno se frustra y no sabe qué hay de malo o en qué hace falta hacer hincapié para seguir adelante. Pero el paso es bueno en cierto sentido: te enseña a madurar y a aprender a diferenciar lo que es uno académica y laboralmente y lo que es en realidad. Si bien el trabajo es una parte importante de una persona, no lo es todo. Hay que explorarse en otras facetas y darlas a relucir. Uno se completa con todas las cosas que le hace sentirse pleno. Difícil hoy en día en que te piden en esta sociedad una alta especialización. Tan especializado que, cuando no ofertan nada de eso, te sientes que no sirves para otra cosa más.

Y cosas vitales, cosas de familia, que te asaltan de una vez, pero que con el tiempo aprendes a manejarlas. Es la maduración, cual fruta. Mi querido primo Manolo planeaba hacer una nueva obra poética dedicada a los Herederos. Según él, todos sus primos, ya treintañeros, cuarentones o cincuentones; no en la flor de la vida, pero sí en la misma tesitura que sus padres y tíos ya se vieron hace varias décadas. Es el momento en que nuestra generación tome las riendas escuchando los consejos de los que han pasado por ahí, pero haciendo nuestro propio camino. Añadir un grano más a la montaña de nuestra sociedad, hacernos un hueco y progresar. Y tras esto, dar los instrumentos necesarios para la descendencia. Para que alguna vez ellos recojan la buena o mala herencia que fabricaremos y sigan con su vida. Ser Heredero es transitorio. Nuestros padres lo fueron y algún día dejaremos de serlo. Pero llega un día el momento vital en que es necesario ponerse la mochila de consejos y enseñanzas al hombro y ganar experiencia por cuenta propia. Dejar a nuestros padres el merecido descanso del guerrero. Eso es lo que de seguro piensa mi primo sobre el concepto de 'Heredero': el mundo ya es nuestro y la responsabilidad cae en nosotros de intentar modificar y mejorar la sociedad que nos fue legada. O, en el caso más pesimista, a lograr estar a flote en ella.

No hacen falta epítetos épicos. Ya sabemos cómo somos y a qué podemos aspirar. No está mal hacerse planes ambiciosos dentro de las posibilidades que se cavilan. Es justo y te marca una guía. Incluso no hace falta que te definan como 'valiente'. No hace falta lucirse por ello. Es más, es mejor creer que no lo somos, que seguimos siendo cobardes deseosos de volver a la seguridad del útero materno. Así, cuando las cosas vengan mal dadas y de manera automática uno saque el valor del que sospechaba que no tenía, quedará gratamente sorprendido. Será más valiente de lo que suponía, más que la media, incluso. Y al descubrir que ya poseía esta poderosa arma secreta decidirá enfrentarse a la vida con nuevos bríos y optimismo.

Ya se decía incluso en el cine que es diferente saber el camino que andar el camino. Lo primero son los consejos que nos dan, lo segundo es ya nuestra vida. Acompañada por grandes dosis de valor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Diario de Viaje: Peñafiel (Febrero de 2023)

 Pues casi sin reponernos del viaje navideño a Portugal tocó otro gran viaje. Mi mujer tuvo que ir a un curso a Santander y yo hacía décadas...