viernes, 1 de julio de 2016

No me digas que ya hay Bregret

Momentos crudos y difíciles en la Unión Europea. Uno de sus pilares fundamentales, el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte ha decidido mediante referéndum abandonar la Unión. De piedra, ya que apostaba por que ganase la opción de permanecer unidos. Sin embargo, una política muy tensa y el auge del neopopulismo que vuelve a clamar lo de siempre (no a los extranjeros pero que sigan los favores para los nacionales tanto dentro como fuera del país) han provocado esta triste noticia.

El primer ministro Cameron, en un afán de ganar las elecciones, prometió varias consultas populares, como el referéndum de permanencia de Escocia en el Reino Unido y la permanencia de este país en la Unión. Aunque abogaba por la unión por un lado y la la permanencia en el otro, se atrevió a poner sobre la mesa temas que merecían más discusión, más sensatez y la elaboración de un calendario a largo plazo. Otro ejemplo de cómo las cortas miras de los políticos en favor de su permanencia en el poder terminan minando los cimientos de la democracia.

Hacer un referéndum donde se ocultó información a los votantes o que los propios votantes querían la salida pero solo como amenaza han hecho que la situación mundial se tambalee al menos durante una semana. A ver la bolsa y la libra esterlina cómo van a evolucionar. Es más, que una decisión tan relevante y trascendente pueda validarse con el 50% más un voto (la consabida mayoría absoluta) no es para nada bueno y genera la polarización que estamos viendo. Gente que ha vivido allí, no solo emigrante, sino descendientes de emigrantes, ahora son vistos como el enemigo. Lo de siempre, ningún nacional quiere ciertos trabajos pero cuando los ocupan extranjeros se quejan de que les quitan trabajo. La misma falacia xenófoba de siempre y que tristemente tantos buenos resultados da.

Ahora muchas empresas querrán irse de las islas y las inversiones se resentirán. La mentira de que se ahorraría cientos de millones de libras por semana se ha revelado sin fundamentos. Erasmus, solidaridad, libertad de comercio y de traslado, se van a ver comprometidos seriamente. Parece que la Unión Europea, a pesar de la pavorosa ausencia de declaraciones de autoridades competentes, no está por la labor de alegar que el referéndum fue cosa baladí. Si la mayoría de británicos eligió eso, pues toca irse. Así no entendieron autoridades británicas en el Parlamento europeo y dimitieron en consecuencia. Ahora parece que hay un intervalo de dos años para que se haga efectivo el proceso. Veremos qué relación tendrá Reino Unido una vez que se consolide este proceso de salida (¿nuevo régimen? ¿A la canadiense, suiza o noruega?).

Algunos que tienen poca fe en la democracia dicen que la culpa de la salida fue que los mayores de 50 años votaron mayoritariamente por la salida. Gente con miedo a que sus pensiones sean tocadas o que aún sueñan con volver a los mejores años del Imperio. Ahora parece que el voto de la senectud no debería valer tanto como cualquier otro voto. Hola, efebocracia. Pero lo que sí es verdad es que han cortado las alas a una juventud que ha nacido y crecido mirando al continente, a la unidad y la solidaridad. Pero también habría que criticar, si es criticable, la dejadez y la desidia del electorado joven. Un electorado que cree que la democracia es algo cierto y eterno como la salida del sol todas las mañanas. Pues no, vivir en democracia conlleva esfuerzos y mantener la existencia y funcionamiento de esa propia democracia es si no el más importante, un esfuerzo fundamental. Pero bueno, abstenerse también es una posición política y aceptada en la democracia, aunque se ve que poco efectiva (al menos en el presente caso).

Los votos no han estado repartidos. Gales e Inglaterra, al menos en las zonas rurales y menos cosmopolitas, han abrazado la opción de abandonar la Unión. Londres, bastión multicultural, ahora se plantea qué hacer (incluso ha coqueteado con declarar la independencia). Escocia e Irlanda del Norte han apostado por quedarse en la unión, renovando las tensiones independentistas. ¿Esto conllevará la fractura de la entidad política generada a inicios del siglo XVIII? ¿Esto envalentonará a los nacionalismos separatistas a pesar de que se constata de que la Unión no tiene reparos en que huyas de ella? Los territorios arrepentidos, ¿se les allana el volver en un plazo corto? Aún es temprano para dilucidar estas trascendentales reuniones.


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