Saliendo del bosquecillo tras una buena caminata llegamos a esta diminuta población. El sol volvía a bañarte y empezabas a sentir el calor. El tema era que las indicaciones del sendero empezaban a ser aún más confusas y la vuelta al coche se iba a complicar un poco. Tranquilidad, pues había algo de comida en las mochilas.
Requeixo tiene pocas calles y mezcla casas construidas hace poco con casonas bajas de piedra. Quizás aquellas son la reconstrucción tras heredar en solar donde tu familia se crió. Eso sí, el ambiente tranquilo y relajado hace que te pares a intentar descubrir unos detalles, como los famosos hórreos y algunas columnas con cruces que tendrán algunos siglos de existencia. Las calles siguen siendo estrechas, y más cuando pasan todoterrenos, se nota que el trazado nunca fue pensado para coches gigantes.
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