Merecido viaje para las vacaciones de Semana Santa. Tenía muy buenos recuerdos de mi viaje a Burgos en el último año de primaria y se unía a que unos amigos que conocimos en Toledo se habían mudado a la provincia, así que la excusa era perfecta.
La parada antes de llegar a Burgos fue en Lerma. Había que estirar las piernas y comprar unas roscas típicas del lugar para quitarse el estrés de la autovía, que hasta llegar a la provincia de Segovia estaba bastante congestionada. Lerma ya tiene una arquitectura más basada en piedra, se advierten las estructuras de madera y los soportales. Me impresionó la amplitud de la Plaza Mayor con el parador que recuerda los palacetes de la Edad Moderna, al estilo alcázar de Toledo. La verdad es que impresiona la historia que ha tenido el lugar. De ahí caminamos un poco y vimos algunos murales bastante bonitos y terminamos llegando al mirador de los arcos, al lado de la iglesia de la Ascensión. Las vistas a una llanura verde son muy hermosas, la verdad.
Algo más de caminata por el pueblo para ver las casas típicas de la zona hasta llegar al Arco de la Cárcel e ir volviendo al coche. Nada mal la visita, la verdad.
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