domingo, 31 de marzo de 2013

Alfonso XII y las Cortes de 1876


La apertura de Cortes, símbolo del comienzo anual de la legislatura (no era tras la constitución de la cámara tras elecciones) fue un acto en el que Alfonso XII estuvo presente excepto por un año. Su primera vez fue en 1876, demostrando alegría por haberse habilitado de nuevo el Poder Legislativo tras tanto tiempo congelado. El Rey declara que es momento de olvidar las discordias que llevaron a revoluciones y cambios de régimen y que confía en que se dediquen a tareas de pacificación y reconstitución. Reitera en su discurso que unirse por el bien común no implica abandonar las tendencias políticas particulares, pero que todos sus encontronazos previos han de olvidarse para que después la Historia juzgue imparcialmente sobre sus hechos pasados. Sin embargo, Alfonso XII indica que no todo son alegrías, puesto que el bando carlista sigue en el norte de España, pero confía que las acciones políticas y militares darán fin a las pretensiones de Carlos VII.

Tras este repaso de actualidad indica que las relaciones con las potencias extranjeras son bastante cordiales y dejan atrás las posibles rencillas, puesto que se dan lugar a tratados de provecho económico. Otra preocupación del Rey es la inminencia de la llamada al Gobierno sobre el planteamiento del sistema representativo, que debe llevarse por cauces de normalidad. En la apertura se incide en la Hacienda, algo vital para el desarrollo de un país, pero que tiene el poderoso lastre de la guerra carlista y la cubana, así como varios años de turbulencias que se han plasmado en la legislación errática. Y eso recuerda a la guerra de Cuba, que ya no es cosa de honor, puesto que es posible que se independice la isla. Alfonso XII indica que desde su proclamación han ido 32000 soldados más a la conflagración. Un hecho positivo es la aplicación de la libertad a 76000 esclavos para ganárselos al favor de la metrópoli y como gesto para que en Cuba vean que son nuevos tiempos; es necesaria la integridad del territorio para que en todo él lleguen la civilización y la justicia.

La corta apertura termina indicando los progresos de la guerra carlista, con la pacificación del centro, del Maestrazgo y de la revoltosa Cataluña. Los ejércitos han pacificado recientemente Vizcaya, Álava y gran parte de Navarra. Resalta que hace un año Carlos VII estuvo a punto de entrar en Madrid y que gracias a las acciones bélicas en su reinado lo han acorralado en los Pirineos. Destaca que las unidades y su preparación en Ejército y Armada son las mayores de la historia del país y que se consiguen día a día nuevos barcos. Los logros, para el Rey, son señal que aunque su reinado es corto, tiene miras de que el bien será la norma a seguir y que en poco tiempo los pillajes cubanos y la anarquía peninsular serán cosa del pasado. Finaliza la apertura indicando que solo con esfuerzos España podrá volver a colocarse entre el grupo de potencias influyentes en el mundo y que esto solo se puede conseguir con un ambiente de paz para poder trabajar y ganar cultura.

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