jueves, 6 de octubre de 2011

Alfonso XII, Rey de España

¿Qué tal? ¿Cómo va la cosa? Hoy tengo unos minutos libres y voy a seguir escribiendo, para que el blog no se quede medio colgado. Hoy voy por un asunto de biografía. En un artículo anterior me denominaba alfonsino, y así creo que soy: coherente, español (sí, chicos, en cuanto a país y no en cuanto a nación) y liberal. Son frases sacadas del Manifiesto de Sandhurst concebido por Alfonso XII (él decía que era católico, español y liberal, pero como yo soy ateo... pues lo identifico con tener ideas claras en vez de fe). Así que valoro a Alfonso XII como una gran persona y ejemplo a seguir. Jaja, espero que por estas declaraciones no se me crucifique, que hoy en día parece que la democracia es pensar todos lo mismo en vez de respetar las opiniones de cada uno.

Tengo que retrasar un poco el comienzo de la historia para que se observe el fondo histórico. Tras el auge hasta la primera potencia mundial del siglo XVI le siguió la decadencia del siglo XVII terminando con la Guerra de Sucesión. Ésta trajo consigo la disnastía Borbón y con Carlos III se intentó mejorar la situación del país, eminentemente pobre. Sus avances fueron casi aniquilados por la Guerra de la Independencia y el reinado del malévolo Fernando VII. Tras su muerte y sus vacilaciones empezó la I Guerra Carlista, en la que España se dividió en partidarios de su hermano Carlos V (que proponía la vuelta absolutista, primacía al campo y religión estricta) y de su hija Isabel II (que proponía un modelo liberal y constitucional, primacía a las ciudades e industria). Fue ésta quien ganó y ocupó el trono, pero fue tan mimada y tan desentendida del país que acabaron echándola del trono para siempre en la Revolución la Gloriosa de 1868. El aire democrático del partido único se comprobó que no sirvió de mucho (es desastroso un partido único, pero incluso en el siglo XX y en este se sigue utilizando por las "democracias" de Cuba, China y la URSS). El Príncipe Alfonso, nacido el 28 de noviembre de 1857 tuvo entonces que salir del país y cambiar su vida totalmente: de la corte a la calle, así que formó su carácter desde abajo, creando así una personalidad cercana al pueblo. Su primer destino fue París, viviendo bajo la tutela de una familia liberal y libertina. Su padre legal, el Príncipe Francisco de Asís era un declarado homosexual, por lo que las sospechas sobre su padre biológico siempre le rondaron. Tiempo después un autor demostró que su padre era el ingeniero militar Puig Moltó.

El Gobierno Provisional del Reino fue presidido por Serrano (antiguo amante de Isabel II, así que parece que era hombre de intereses cambiantes) y Prim, que por la Constitución de 1869 se reafirmó a España como reino, por lo que Serrano se convirtió en Regente. Las votaciones dieron como nuevo Rey al italiano Amadeo I (en contra de el pretendiente Leopoldo alemán, de Espartero y de la república). Este hombre no fue querido por el pueblo, que lo veía como un extranjero oportunista, considerando que Prim, su valedor, había sido asesinado. Así que en 1873 abdicó y tras una asamblea se constituyó la I República presidida por Figueras. Al comprobar las disensiones entre federalistas y unitarios, la nueva Guerra Carlista, las conspiraciones de los incondicionales de los Borbones... huyó del país sin avisar, pasando la Presidencia a Pi y Margall, defensor del federalismo. Dio paso a los cantones (hasta entonces no se sabía si la Federación se haría de arriba a abajo o al revés), que inmediatamente se declararon la guerra unos a otros o amenazaron con la independencia. Ante esta catástrofe dimitió y se eligió como Presidente a Salmerón.

Admiro a Salmerón, le tengo gran estima. Afrontó el desastre de los dos anteriores e intentó apaciguar a un país al borde de la guerra total. Le aconsejaron que ajusticiase a dos rebeldes para que el resto aprendiera pero se negó a darles ese trato inhumano, así que prefirió dimitir antes que manchar su conciencia ¡un viva por don Nicolás! Le siguió Castelar, que prefirió asesinar a los rebeldes y consiguió que aumentase la llama del odio. Once meses después de la proclamación de la República hubo un golpe de estado poniendo fin de forma legal a este régimen. Es cierto que hasta finales de 1874 siguió la República como forma de gobierno, pero de forma oficiosa. El Presidente fue Serrano (jajaja, que impresionante este tipo, un hipócrita vamos) que intentó quedarse con el cargo de manera vitalicia (así como consiguió medio siglo después Franco), fomentando su poder y la visión Unitaria del país. Otro golpe de estado lo obligó a poner a un Presidente de Gobierno para controlarlo, hasta la llegada de Alfonso.

El pretendiente isabelino Alfonso acudió a una escuela militar siuza, simultaneada con otra austriaca, para aprender las técnicas militares y conseguir dotes de mando. Por mandato de su madre hizo cositas en la cama con una corista; quería que su hijo siguiese la tradición de la dinastía. Finalmente, se trasladó a la academia de Sandhust inglesa para aprender del sistema político británico y tener así un patrón por donde regirse. Ahí hizo su manifiesto, elaborado y sugerido por Cánovas, el político que apoyó su causa durante este Sexenio Revolucionario. Un gran político de su época, varias veces Presidente de Gobierno (de Consejo de Ministros, según la denominación de la época), pero un poco racista y déspota, seamos sinceros. El 29 de diciembre de 1874 un general lo proclamó como rey legítimo, eliminando así la República y los intereses egoístas del Presidente Serrano.

Alfonso XII llegó a Barcelona y después a Madrid, aclamado por la multitud voluble madrileña (la misma que abucheó a Isabel II a su huída, es que los madrileños siempre son chaqueteros). Para ganarse la confianza de un pueblo que había sufrido bastante hizo acciones populares, cercanas al pueblo (quizás influidas en la época del destierro del Príncipe). Participó en la Guerra Carlista, tanto que estuvo a punto de ser capturado por los carlistas. Estuvo presente cuando el ejército de Carlos VII se rindió, trayendo una época de paz a España. Es por esto que el pueblo empezó a llamarle El Pacificador. Hizo tratados para que los independentistas de Cuba dejasen las armas, por lo que el ejército lo tuvo en estima desde entonces. Su reinado estuvo marcado por las acciones diplomáticas, en vez de las bélicas. Recibió medallas en Alemania, pero fue en una zona reclamada por Francia y esto le deparó abucheos cuando visitó este país. Aguantó estoicamente y no se dejó llevar por la ira de cortar relaciones u originar una guerra. Tiempo después los alemanes ocuparon territorio español en las Islas Carolinas y por medios diplomáticos y no bélicos recuperó el territorio. Sufrió dos atentados de manos anarquistas, y algunas revueltas cantonalistas que aún quedaban (pacificando por tanto del todo a España), además de algunos movimientos republicanos.

Se creó la Constitución de 1876, que hasta el momento fue la más duradera y garante de paz que tuvo España. Hay ciertos pasos atrás respecto a la de 1869 pero estaba en consonancia con el resto de constituciones europeas. Al ser una Monarquía Constitucional se abstuvo de intervenir en más casos de los que le correspondían por Carta Magna, o sea, se ajustó a su papel, nombrando Presidente sin influenciar. En cuanto a educación se sufrió un retroceso, ya que se decretó que la Iglesia Católica fuese la que enseñase a las nuevas generaciones. En cuanto al Gobierno, se creó un sistema bipartidista, donde se turnaron pacíficamente durante toda la Restauración. Cierto que los turnos estaban pactados, ya que los votos se hacían por representantes de grupos (después apareció el sufragio universal masculino), los conocidos caciques; y si no daban las cuentas se daba el pucherazo para anular votos. A la mente de hoy le parece una barbaridad y así es, pero el telón de la época lo requería: cada partido se encargaba de unos aspectos y como era de manera periódica no se desequilibraba la llegada de las mejoras a los sectores, no creaba la tensión del partido único y garantizaba un comportamiento pacífico. Ya entrado el siglo XX este bipartidismo dejó de tener vigencia y el pueblo dejó de sentirse identificado, apareciendo entonces las primeras revueltas. Pero España creó este sistema a imitación del resto de potencias europeas, que en esa época también les iba bien (y hoy en día también hay bipartidismo: contad los escaños de PSOE y PP y a ver el resto qué representación tiene).

Aun por este bipartidismo Alfonso XII no tuvo reparos en aceptar la fundación de nuevos partidos de ideas revolucionarias o cercanas al proletariado que poco a poco iban teniendo representación en el Congreso, por ejemplo el Partido Socialista de Pablo Iglesias. Como se ve, tenía la intención de que el pueblo viese que era un hombre capaz, sin importar el bipartidismo impetante. Alfonso XII se casó con María de las Mercedes, su prima, un gesto mal visto por las Cortes, ya que la familia de María estaba relacionada con el asesinato de Prim. El amor triunfó, pero por poco tiempo, puesto que murió a los pocos meses de una enfermedad. Dolorido, pero necesitado de un sucesor se casó con María Cristina con quien tuvo dos hijas. Las relaciones extra-conyugales nunca las abandonó, teniendo dos hijos con la actriz Elena Sanz, a la cual le había puesto un piso cerca del Palacio.

Pero Alfonso XII sufrió una recaida. Hacía años que sobrevivió a la tuberculosis, que en aquella época era mortal. Las secuelas aparecieron con virulencia y los médicos le advirtieron que la siguiente recaida sería la última. Así que se dedicó a hacer lo que haría un hombre joven de nuestra época (murió a menos de tres días de cumplir 28 años). Sí, amigos, se dedicó a fornicar como un loco, aprovechando sus últimos años. Dejó de dormir y de comer para aprovechar el tiempo, a vivir los días al máximo, a tocar la suavidad de la piel femenina... Apurado, consiguió dejar embarazada a tiempo a la Reina y nacería póstumamente el Rey Alfonso XIII. A finales de 1885 se desató una epidemia de tuberculosis en Madrid. Alfonso XII, conmovido por conocer de primera mano esta cruel enfermedad desoyó los consejos de médicos y políticos y visitó a los enfermos. Esto hizo que aumentase aún más su popularidad y el cariño que le tenía el pueblo, pero recayó y le costó la vida el 25 de noviembre de 1885.

Éste es el relato de un joven veinteañero que le tocó domar un pasado reciente revuelto y convertirlo en un remanso de paz mediante la no violencia, ajustándose a sus obligaciones y dejando al resto sus labores; trayendo la concordia a un país destrozado y ganándose el afecto del pueblo. Su lucha contra la enfermedad le llevó a disfrutar la vida a una velocidad de vértigo y su Constitución permitió la convivencia hasta los años 20 del siglo XX. Para mí, un grande, pese a quien le pese y opinie lo que opine.

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Publicado originalmente el 31-10-2008

2 comentarios:

  1. Estupendo relato, y más maravilloso cuando viene de alguien como tu, que opines lo mismo que yo de este gran rey de la historia de España que por morir joven no se le tiene en cuenta

    muchas veces. Viva Alfonso XII y la reina Mercedes, fue una lástima su muerte, si hubiera vivido más no se habría malcriado el rey niño y España estaría más avanzada.

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    Comentario original hecho el 03-11-2008

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  2. Gracias por tus comentarios. Mal que bien la Restauración estaba encaminada a dicho final si no cambiaba en sus bases, pero cierto que las cosas hubiesen sido menos trágicas si no hubiese muerto tan joven.

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    Comentario original hecho el 12-09-2012

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