lunes, 10 de octubre de 2011

Rojigualda

No hago hoy una defensa o diatriba de por qué una bandera y no otra. Digamos que es una sensación genérica (sin importar colores) sobre lo que ando vivido en Argentina. Para empezar hay que dejar claro que una bandera sólo es un trapo, un montón de tela de unos colores predefinidos. Ni come ni te pega ni te insulta, sólo es un objeto inanimado. Pero a pesar de eso se usa como símbolo representativo y es ahí donde se puede estar de acuerdo o no. El significado bélico e identificativo de tropas ha mucho tiempo que quedó atrás y hoy representa territorios o ideas, expandiéndose hasta simbolizar lo más variado del panorama real. Por lo general representa un Estado, con su montaje y estructuras típicas. Toma como símbolo de la administración y a la población que se beneficia de los derechos y deberes que ese país queda asociado a una bandera. Así que lo primero que se pide es que a pesar de estar de acuerdo o en desacuerdo se merecen todas las banderas un respeto institucional. Desear otra no quiere decir que tengas que pisotear la bandera contraria, ni prenderle fuego ni nada por el estilo. No hace falta ser un gamberro para expresar opiniones diferentes, a menos que ésa sea la desvirtuación de democracia que quieren enseñar a las nuevas generaciones.

La actual bandera de España surgió como el pabellón de guerra naval, allá por mayo de 1785. Salió elegida tras un concurso con otras doce y se le aumentó el ancho de la banda amarilla y el escudo se deslizó cerca del mástil. En octubre de 1843 se decreta como bandera nacional al aplicarse también la misma al Ejército de Tierra. Muchos avatares y cambios de escudo hasta que en diciembre de 1978 la Constitución la recoge en su articulado y en octubre de 1981, con el cambio de escudo, queda el modelo actual. Todo tiene su historia, sólo hay que pararse a leer, cosa que no está de moda hoy en día. Desafortunadamente, el caudillo Franco también la eligió para representar su régimen y le dio connotaciones tan fascistas a la hora de apoderarse de los símbolos y de vincularlos con el nacionalismo español más rancio que actualmente la gente le tiene un pavor reverencial. También que se dio por ocultarla en favor de las nuevas enseñas autonómicas para reparar agravios. Tiene más pasado esta bandera que el que le supone la mayoría, estando bien considerada en la Guerra de la Independencia y el Trienio Liberal (aunque aquí me hicieron la referencia que todas las bandas eran de igual anchura, creo recordar). Que el dictador la dejase así de maltrecha no quita que se le reconozca su pasado e incluso que se le recuerde a mucha gente.

En Rosario no es raro ver colgadas banderas albicelestes por todos sitios, incluso en balcones de las casas. Tienen su símbolo y lo usan de manera orgullosa. Claro que no todo el mundo, pero el número de banderas es elevadísimo en comparación con cualquier lugar de España. Hoy en día hay mucho complejo (incluido yo) de usar la bandera y ver que sólo es una representación: no habla de tus ideas políticas de izquierda, derecha, centro. Que te llamen fascista por un triste periodo de la historia no es agradable y te entra una culpa extraña. No sé si ha de ser así o si hay que tener tristeza porque se obvia el resto de décadas que no fue tan mal vista. Los dictadores argentinos también intentaron apoderarse de los símbolos, pero nadie hace referencias oscuras al tema, saben que la invención de Manuel Belgrano trasciende ese lamentable episodio. Muchos amigos de aquí no entienden siquiera el pavor español a mostrar la bandera. Diferencia de criterios o de manera de entender las cosas. Consideran su bandera como símbolo de todos y sospechan que en todo el planeta tiene que ser así. Peronistas, radicales, socialistas, etc. no la ven como algo propio de un sector de opinión. Entonces, ¿por qué nosotros sí? Creo que es la eterna diatriba del español.

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Publicado originalmente el  12-11-2010

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