lunes, 10 de octubre de 2011

Las Andaluzías y Garnata

Es bien cierto que el nacionalismo andaluz no representa un gran porcentaje en su población. Es más, no ha tenido nunca un bagaje histórico con fuerza y tradición, remontándose únicamente a los denodados esfuerzos de Blas Infante a principios del siglo XX. Y no es que sea por falta de historia y cultura, ni mucho menos. Es una de las regiones con civilizaciones más antiguas descubiertas en Europa Occidental, no hablo de otra cosa que de Tartessos y las culturas de El Argar. La confluencia de diferentes culturas y pueblos en el suelo andaluz ha sido impagable y de lo más variopinta. Hemos tenido un desarrollo histórico diferente al del resto de España durante multitud de siglos e hicimos referente en la Edad Media en múltiples ramas. El punto negativo anda en que mientras catalanes y vascos (y gallegos en menor medida) ganaban en avance económino e industrial en la segunda mitad del siglo XIX se fue haciendo fuerte la bandera del nacionalismo. Todo ello sumado a la existencia de una lengua propia (que quizás no materna, pero usada y aplicada en la zona) hicieron que durante la II República sus ansias autonomistas y de reconocimiento como nación dieran un gran impulso, transmitiendo los ecos hasta hoy en día, aunque el afán de reconocimiento ha quedado algo ya difuminado en pos de unas prebendas pro-independentistas y de acumulaciones de capital para su beneficio propio de políticos. Andalucía, sin embargo, tuvo a pesar de su larga y peculiar historia un despegue nacionalista tardío, si bien en la década de los 80 del siglo XIX hubo conatos de federalismo y reconocimiento (o el amago de independencia de mitad del siglo XVII), pero no fue de tanto ímpetu como para que calase hondo en la sociedad andaluza este nuevo discurso. Esto unido a nuestra manida idiosincracia y a la ausencia de una lengua diferente a la castellana ha hecho que no se nos haya tomado muy en cuenta a la hora de considerarnos como nación. Se intentó crear una Autonomía allá por 1936, truncada por el estallido de la cruenta Guerra Civil. Los políticos actuales en vez de reconocer las diferencias andaluzas histórico-culturales, se dedican a hacer una copia de los postulados de las otras nacionalidades, creando así un sentimiento artificial de pertenencia a Andalucía basado en el plagio y la imitación en vez de ser un movimiento genuinamente andaluz. Hay que considerar además las ideas de Infante, basadas en un nacionalismo que respetase y glorificase las virtudes del pasado andaluz y que con ello mirara en afán de mejora y ayuda al resto de España, Iberia y Europa.

Pero para ser precisos es necesario no echar toda la culpa a cómo nos han visto el resto de españoles o a las barbaridades de los nuevos políticos de la democracia. En la conquista de al-Ándalus por Castilla y León se hizo una verdadera masacre de ciudadanos andalusíes de tal magnitud que se vieron obligados a repoblar pueblos y ciudades andaluces con una inmensa mayoría de leoneses y castellanos, cortando así de raíz la tradición andalusí de sus habitantes de la época, con la plausible excepción de los cristianos que vivían bajo dominio musulmán. Esto unido a la represión que debieron sufrir a causa de profesar religion musulmana o judía, siendo coaccionados a cambiar sus creencias por las cristianas. Si no fuera poco la Inquisición se encargó de depurar a los conversos que mantenían tradiciones y que conllevó al paroxismo de expulsión de musulmanes y judíos (conversos o no) durante el reinado de Felipe III Habsburgo. De esa guisa se hace algo más claro el poco sentido andalucista de los habitantes de la región debido a sus ascendencias castellanas y leonesas. Afortunadamente quedó arte, literatura, arquitectura y saber de la época que o bien por los curiosos repobladores o bien al regreso (u ocultamiento durante algún tiempo) de los descendientes de al-Ándalus se ha conservado una huella apenas perceptible de la historia y cultura favorecida desde la dinastía Omeya cordobesa del siglo VIII.

Si bien la nación actual puede ensalzar las particularidades y gozar de autogobierno la mira potencial es la unión de las naciones en el Estado Español de corte jurídico-administrativo, único capaz de garantizar gracias a lo que hay en común entre todas estas naciones los derechos y deberes de los españoles en un trato de igualdad. No es muy lógica la inmediata disgregación de España en sus naciones integrantes, tal y como dije en algún escrito de 2008, ya que el mundo está dirigido en una consolidación y cooperación entre todas sus partes, no en aislarse en núcleos cada vez más reducidos. Quizás dentro de algunos siglos sea efectivo y equitativo pero hoy en día no tiene buena pinta ir en contra del cauce mundial actual.

Pero he de decir, que a pesar de la existencia de pocas personas que apoyen genuinamente la causa andalucista (o sea, no por plagio o por verse bien valorado) existen varias ramas y no digo sobre la concepción del futurible Estado Andaluz sino de las ramas del movimiento. Existe una rama mayoritaria que abarca las ocho provincias andaluzas, mientras en la parte oriental hay un movimiento que pide la separación de Andalucía en dos entidades diferentes: la Occidental (Huelva, Cádiz, Sevilla, Córdoba) y la Oriental (Jaén, Málaga, Granada, Almería). Esto ya fue relevante en le época preautonómica de la Transición en donde PSOE quería la creación de una Andalucía de 8 provincias y la UCD reclamaba la existencia de dos. Muchos hablan de intereses electorales para ganar mayor número de votos y mayor control en el futuro en vez de un sentimiento asumido. Incluso UCD propuso una bandera para esta autonomía oriental. Pero uno puede pensar en si esta división no tenía un sustrato más histórico y basado en hechos. Bien es cierto que la Andalucía actual engloba a cuatro reinos medievales: Sevilla, Córdoba, Jaén y Granada, siendo los tres primeros la llamada "las Andaluzías". Jaén realmente ha estado a caballo entre la parte oriental y occidental y Almería históricamente ha tenido mayor vinculación con Murcia que con Andalucía (incluso creo que fue la única provincia en que el referendum por el Estatuto se saldó con un NO). Granada ha visto como su poderío e influencia han quedado menguados por el centralismo sevillano, que se quedó de manera esperpéntica con la capitalidad (bueno, al menos cedió la capitalidad del Tribunal Superior de Justicia Andaluz a la ciudad nazarí). Málaga, pujante, evita por todos medios que la competencia de Sevilla se le eche demasiado encima. Córdoba, con resquemor a la actitud de Sevilla, no hace otra cosa que acatar los preceptos que llegan de la capital. Huelva se ha visto ensombrecida por Sevilla tanto económica como industrialmente. Cádiz intenta seguir neutral en un delicado baile de acercamiento y alejamiento con el resto de provincias limítrofes. ¿Que si estas disparidades vienen por la diferencia de siglos en la conquista de los territorios por los cristianos? Por ejemplo, Córdoba y Sevilla se reconquistaron en la primera mitad del siglo XIII, mientras que Granada fue a finales del siglo XV. También están las asambleas de finales del siglo XIX en las que se debatía si debía haber dos autonomías en Andalucía o si sólo uno que incluyese a Badajoz y Murcia.

Por consiguiente se ve claro que aún no está cerrado el ideario andalucista, ya por el corte abrupto con el pasado ya por el poco ímpetu del nacionalismo decimonónico. Quizás con los años se concrete algo más tangible o persistan las dos ramas. También puede ser que una pérdida en Sevilla del centralismo haga que se relajen tensiones o si se hace un estudio que aclare el encontronazo entre Sevilla-Málaga-Granada, es decir, que aclare si es una rémora histórica de las diversas configuraciones a lo largo del tiempo (las taifas andalusíes, la reconquista...) o si es una reacción natural al verse apartados por la preeminencia de Sevilla. Lo más seguro es que esto dé a los andaluces los datos suficientes para hacer una valoración imparcial y objetiva de por qué Andalucía está unida o de por qué deberían ser dos junto a si deberían seguir así u optar por lo otro. Otro aspecto que me gustaría tener aclarado es si al final se observa que (y los andaluces sienten que es necesario y mejor para su vida) ha de dividirse Andalucía, cómo pueden establecerse como autonomías separadas. La Constitución de 1978 indica que el proceso de autogobierno es irreversible, una región con autonomía no puede volver a ser administrada íntegramente por el Estado, pero no he leído nada sobre si pueden seguir creándose Comunidades Autónomas, ¿está contemplado porque no es una vuelta al control central o una vez declarada la autonomía ya no se puede hacer más? Quizás la solución esté en que las autonomías en sus Estatutos han de aclarar las provincias que engloban o en los precedentes de Ceuta y Melilla, separadas ambas de Andalucía en 1995. Otro tanto pasa en la corriente de la creación de la autonomía de León, que quede separada de la de Castilla (ya que por avatares históricos siempre han ido de la mano pero con la paulatina pérdida de protagonismo de León). Por tanto, esto no es sólo una curiosidad granadina, sino que en ciertas autonomías hay un movimiento dentro del sector nacionalista-autonomista que pide la creación de nuevas comunidades. No creo que estas disqusiciones sean una amenaza a la inmediata unidad de España, sino que es un ejercicio en que deben predominar el conocimiento y el diálogo por el que ha de dilucidarse qué es lo mejor para el ciudadano andaluz y para el juego democrático español.

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Publicado originalmente el  28-07-2010

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