lunes, 10 de octubre de 2011

Ecuador: gana la democracia

A veces uno piensa que ya metidos en el siglo XXI las costumbres inculcadas durante el siglo XX y los procedimientos democráticos están tan arraigados que se siguen a rajatabla y como algo natural. Pues hace poco me demostraron que no es así. En Ecuador hubo un conato de golpe de Estado que dejó en un hilo la paz y la seguridad de toda América del Sur. La Policía, iniciando unas manifestaciones por unas leyes controvertidas, terminó en desbocar su furia hacia el presidente Correa, joven y enérgico, de tal manera que estuvieron a punto de acabar con él y traer malos y dudosos tiempos al país. Parece que tras los numerosos aumentos de sueldo la Policía ya no necesitaba de remuneraciones especiales ni bonificaciones por ascenso, por lo que el Presidente decidió derogar estas prebendas. Quizás por desconocimiento e ignorancia, quizás por manipulación o aprovechar un punto, las reacciones policiales fueron tan contundentes que llegaron a que el Presidente acudiese a la calle para calmar los ánimos. Nada más lejos de la realidad, fue zarandeado y le dispararon gases lacrimógenos, con tanta mala leche que incluso se apuntaba hacia él para que los botes le impactasen causándole daño. Pudo resistir algo por la ayuda de una máscara (la cual intentaron arrancársela) y al verse afectado en la respiración y resentido de una operación en una de sus piernas hacía pocos días, se vio obligado a acudir a un hospital policial. En ese momento fue acorralado y se le prohibió su salida. Tras unas declaraciones y muertes de inocentes, Correa pidió que lo eliminasen si tan fuertes se creían los instigadores. Comunicaciones por radio e intentos de censura de hicieron dueños del panorama noticiero. Finalmente, el Ejército, donde la mayor parte apostó por el Presidente, se vio obligado a entrar por la fuerza y liberar a Correa, que pudo por fin respirar algo más tranquilo.

¿Los responsables? No creo que una velada amenaza de rebajar los sueldos sea suficiente para un golpe de Estado. Pero ni siquiera había rebaja según se nos informó. Tampoco desaparecían las condecoraciones, sino que las retribuciones extra desaparecían. Se acusa ahora al anterior Presidente ecuatoriano, movido por oscuros intereses. Muchos claman que ha sido Estados Unidos o la propia CIA, pero según mi parecer los que opinan esto son nostálgicos de los años 70 y 80 que creen que la Guerra Fría continúa. Posiblemente los golpistas contaron con la connivencia y alguna ayuda de los estadounidenses, pero de ahí a que hayan esbozado este golpe es decir mucho y creo que con poco o nulo criterio. Demasiado cine hemos visto y vemos una conspiración dentro de otra conspiración dentro de otra cuando la realidad es más sencilla. Los países latinoamericanos se pusieron pronto a protestar por el ataque a la soberanía ecuatoriana, ya que acertadamente se ha de defender la Constitución vigente. Es cierto que Correa tiene unas ideas cercanas a las que se estilan en Venezuela, pero una cosa es ideología política y otra es el insulto y menosprecio al orden constitucional. Si no podemos soportar que otros piensen de manera diferente es que no hemos aprendido nada en todo el pasado más reciente: Hitler, Mussolini, Franco y Stalin entonces han ganado.

Los alegres conspiranoicos dicen que es un ataque de mandatarios del FBI y la CIA que actúan sin contar con el presidente Obama. Que fueron los mismos que provocaron el golpe de Estado en Honduras en un intento de liquidar a los aliados de Cuba y Venezuela. Lo que no dicen es que el Presidente de este país centroamericano había desatendido una y otra vez las leyes del Parlamento, violando entonces la Constitución del país. La democracia deja de ser tal cual cuando los dirigentes se sienten por encima de las leyes. Muchos criticaron la labor militar pero fríamente hay que pensar que están al servicio constitucional, no de quien represente un cargo y si éste atenta contra el orden y no está dispuesto a recapacitar y retirarse es necesario que cese en sus funciones, devolviendo este poder al pueblo para que se puedan seguir los pasos constitucionales. Lo malo es que aún hoy en día los militares olvidan este segundo paso: retiran al infractor pero no devuelven el poder al Parlamento democrático o a quien corresponda. Muchos al leer esto estarán saltando y criticándome de fascista pero es seguro que las constituciones actuales ponderan la labor del Ejército en el mantenimiento de la paz tanto interior como exterior. No son coristas de variedades. Y si un mandatario se ríe de las resoluciones civiles y ningunea las conclusiones de la Justicia es que está a punto de convertirse en dictador y no por haber votos de por medio tiene carta blanca para mearse en la Carta Magna del país en cuestión. Incluso Hitler llegó al poder por medio de las urnas, lo que quiere decir que no siempre el más adecuado recibe el honor de dirigir un país. Pero la Constitución siempre tiene mecanismos para salir ganando si alguien no actúa con buena fe. Que sí, que es mejor y más efectivo que en tal caso los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial ninguneen al proyecto de dictador y que le consideren que dimite de su cargo, siendo arrestado y juzgado. Sí, eso es lo mejor, pero a veces hay quien se arrima al poder y lo acepta para llenar sus bolsillos, ya sean otros ministros o políticos, como miembros de las fuerzas del orden y empresarios aprovechados. Hay que tener en cuenta que tampoco es el método más óptimo y seguro recurrir al Ejército, es lo último que ha de ocurrir, puesto que la policía protege a ciudadanos y los militares combaten contra enemigos, por lo que un militar en una ciudad tiende a ver como enemigos a los propios ciudadanos que tiene que proteger.

Volviendo al caso, que me he desviado en gran manera. La actuación en Ecuador fue sublime y en menos de 24 horas se ha vuelto a imponer la paz bajo un respeto escrupuloso a la Constitución del país. Ahora que las aguas vuelven a su cauce es necesario encontrar a los responsables y depurar a las fuerzas de seguridad de intentos sediciosos. La mejor arma para combatir una idea concreta es el diálogo respetuoso y el ejercicio del voto libre.

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Publicado originalmente el  14-10-2010

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