martes, 11 de octubre de 2011

Todos somos Jack Bauer (Libro de Feria 2007)

Amigos, conocidos y, en general, habitantes de Villa del Río; vuelvo a dirigirme a vosotros con inmensa satisfacción en esta Revista de Feria para dar una opinión sobre un asunto que creo que además de interesarme a mí os interesará también a vosotros, los lectores. Como ya dije hace un par de años no quiero que mi palabra sea tomada como edicto de fe o como pura falacia, sino que mi intención es proponer un tema determinado para despertar el espíritu crítico y social del lector que lo desee.

Como primer paso será necesario aclararos quién es Jack Bauer: es un personaje de ficción de la serie «24», emitida por Antena 3 TV. Su trabajo es agente de la Unidad Anti-Terrorista de Los Ángeles y en veinticuatro episodios de una hora cada uno intenta desentrañar los peligros a los que se ve acosado su país a lo largo de todo un día. Es un hombre de personalidad compleja y atormentada, pues a cambio de salvar a la nación en varias ocasiones debe pagar un alto precio personal (por ejemplo, ser culpado por la Casa Blanca, asesinan a su esposa ...). Además de la carga emocional la acción no deja al espectador ni un minuto de relax.

Pues bien, este personaje, aunque sea de ficción, tiene bastante relación con la realidad que nos ha tocado vivir. A menudo Jack tiene de decidir entre trabajo y familia, casi siempre escogiendo la primera opción. En nuestra vida se nos impone un ritmo demasiado frenético: madrugar, sueldo insuficiente, comida rápida, vuelta al trabajo y dormir. Incluso los estudiantes tampoco están a salvo de esta vorágine: facultad, trabajos, formación complementaria, doctorados, viajes a no se sabe bien dónde, etc... y entonces me pregunto: «¿Cuándo vivimos?». Es cierto que todo esto ayuda al ser humano a desenvolverse en una civilización acelerada y fría, en el que la persona es un simple instrumento de una imponente maquinaria. Gracias al estudio y al trabajo podemos alimentarnos y subsanar las necesidades más básicas, incluso algún que otro capricho, pero una persona además de todo esto necesita ser ella misma, necesita pensar, necesita descansar, necesita jugar, o sea, necesita dejar de ser el instrumento que espera de uno la sociedad por algún tiempo. En ese tiempo puede convivir con los amigos o la familia, o estar sólo, lo que uno quiera, con tal de que sea uno mismo.

Pero, ciertamente, hay pocas personas que hacen esto. Y si lo hacen, ¿será mitad del tiempo para trabajar y otra para el ocio? Parece ser que no. Conozco a mucha gente que le gustaría partirse en dos para tener contentos así a los dos bandos, ya que siempre hay uno que pierde, aunque no se quiera. No me parece justo que un padre no vea crecer a sus hijos, o que pierda de vista a sus antiguos amigos, o peor aún, a su pareja que ya no aguanta más tanta incomunicación. Pero por otra parte, si yo puedo hacer esta crítica de la sociedad es porque la sociedad en sí me lo permite, si no fuese por ella quizás no podría poner de manifiesto mis opiniones sobre ella, extraña paradoja, ¿verdad? Llegado a este punto es útil pedir que cada uno reflexione y vea en su interior lo que más anhela y que de un modo u otro lo ponga en práctica. Me explico, intentemos reformar la sociedad a patir de nosotros mismos, debemos buscar y pedir que la dicotomía entre ocio y trabajo esté mejor compensada, que vivamos y trabajemos más a gusto, sabiendo que nadie nos echará en falta y que conseguiremos un mayor rendimiento en nuestro trabajo, pues las piezas que somos estarán bien engrasadas.

No creamos que éste es el último y definitivo paso por dar, el nuestro será pequeño y rápidamente eliminado, pero sumando uno por uno y a través del tiempo llegará ser imparable. Aunque aviso que el camino no es fácil, ya que puede darse el caso de que parezca que la solución está a nuestro alcance de un modo muy fácil. Eso es imposible. Realmente, cuando nos percatemos de este engaño veremos que otra persona intenta beneficiarse de nosotros, creando una cortina de humo en la que parecerá estar la salida a tan intrincado laberinto. Quizás esta persona pertenezca a una poderosa compañía y nos invite a crear unos gustos artificiales para hacernos caer en la tentación de abandonar nuestro camino. Nos propondrá una forma de vestir, un estilo de música, un programa de televisión, una forma de pensar... y todo para que él llegue a lo que cree felicidad a nuestra costa, convirtiéndonos en sus marionetas. Dejad a un lado los gustos impuestos: el reggaeton machista, las ropas que quedan inútiles pasado un año, las ideas de turno, los programas telebasura del corazón, el culto excesivo al cuerpo. Dejadlo, repudiadlo, pero sabed que esto puede escogerse como hábito de vida si realmente tú lo quieres, que no te hagan pensar de que tienes que quererlo.

Sería bueno que cada uno optase por la forma de vida que más le guste, sin imposiciones de gente que quiera aprovecharse de nosotros, sin que la sociedad nos ocupe el 100% de nuestros quehaceres. En resumen, ser felices. Ahí entra la definición que cada uno tiene de lo que es felicidad, da igual la que sea mientras no se haga daño a nada ni a nadie. Tenemos que enfrentarnos a quien opine que la felicidad no libera a la persona o que no es productiva, y recordarles a esas personas que no somos máquinas; tenemos que pasarlo bien para liberarnos de lo que nos agobia para después volver a ese punto y resolverlo más facilmente. Por esto pido que cada uno haga una reflexión para ver si es feliz realmente, si divide bien su vida familiar y laboral, si posee o no gustos impuestos, etc.

Sí, me doy cuenta y por eso lo repito de que no es tarea fácil, o que para esto hay que encontrar ganas y tiempo. Es cierto, pero no estoy dando ni órdenes ni obligando a nadie que lo haga, esto lo deberá hacer la persona que lo quiere realmente. Y tampoco tiene que ser ahora. Si tras leer este artículo te paras un momento a reflexionar ya me doy por satisfecho. Además, quien de verdad quiera cambiar su vida para mejor lo intentará en el momento oportuno, seguramente no será ahora o dentro de unos meses, porque para esto se necesita valor y decisión, por consiguiente, amigo, toma estas lineas como ayuda al saber que existe al menos otro que piensa como tú.

Ahora, cuando estamos apunto de disfrutar de la feria y tenemos algo de tiempo libre, podemos dar comienzo a este viaje a nuestro interior y ver qué es lo que nos conviene para que llegado el momento sepamos reclamarlo. No importa que al final hagas el viaje o no, como mínimo intenta pasar lo mejor que puedas estos días, aprovechando cada segundo con tu familia y amigos, que, como siempre, ya habrá tiempo para trabajar después. De este modo verás cómo la dicotomía es fuerte y por eso me he decidido a escribir sobre este tema. Y recordad lo que dijo H. G. Wells: «aun cuando el ser humano pierda su inteligencia y su fuerza seguirá conservando la ternura y cariño». O sea, que seáis buenos estas fiestas. Hasta luego.

-

Publicado originalmente el  19-01-2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Diario de Viaje: Peñafiel (Febrero de 2023)

 Pues casi sin reponernos del viaje navideño a Portugal tocó otro gran viaje. Mi mujer tuvo que ir a un curso a Santander y yo hacía décadas...