martes, 11 de octubre de 2011

Siete años ya

Uno que se levanta por la mañana sin escuchar la radio, uno que va a clase con sueño. Uno que se prepara a escuchar una conferencia de quien terminaría siendo su director de tesis. Uno que se sorprende por el minuto de silencio y la respuesta de su amigo diciendo que hubo unos atentados en Madrid. Uno que llega a casa y les grita a los políticos que están en televisión. Uno que vuelve en tren a su pueblo esa misma tarde y se apunta a una manifestación. Uno que sospechó que era ETA y al poco se dio cuenta que no se hubieran atrevido a firmar su erradicación en pocos días. Uno que se escandalizó cuando supo que eran terroristas islámicos y aplaudió el abandono de las tropas españolas en Iraq, aunqu no aceptase los términos bruscos.

Uno que no le terminan de cuadrar las cosas y tiene la intuición de que hay españoles detrás y muchas omisiones, deliberadas o no, por parte de altos cargos. Uno que tiene claro que muchos fueron cabezas de turco y que los verdaderos organizadores del plan (El Egipcio amén de algunos más) se regocijan de haber salido impunes aunque hayan declarado que son parte de la conspiración.

Uno que se aterroriza cuando ve que los políticos actualmente no son capaces de arrimar el hombro y participar en la misma manifestación y recuerdo por las víctimas. Uno que no entiende cómo la conveniencia electoral y demoscópica está por encima de los que sufrieron ese día de 2004, ellos y los familiares y amigos. Uno que se niega a creer que poco a poco estas conmemoraciones están yendo al olvido y que se recuerdan siempre para mangonear y manipular a las víctimas para réditos publicitarios y la foto de rigor de los políticos.

Uno que le parece aborrecible que ETA saque su nueva franquicia Sortu y haga como que van de verdad y que son dos cosas diferentes. Uno que se tira de los pelos cuando ve cómo se radicalizan ciertos sectores musulmanes viviendo o no en Estados occidentales en vez de apostar por la fusión y la convivencia pacífica. Uno que sigue empecinado en vituperar al Estado cuando intenta aprovecharse de ciertos factores cuando les conviene y de olvidar otros para su provecho. Uno que le cuesta admitir que la prensa se siga tirando basura una a otra en el caso de seguir o no investigando, en vez de ponerse de acuerdo en descubrir la verdad, en zanjar la cuestión abierta inútilmente o dejar hacer a cada línea editorial lo que le plazca.

Uno que es yo.

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Publicado originalmente el  11-03-2011

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