domingo, 9 de octubre de 2011

Los tres poderes

La división de poderes en tres ya fue fijada por el Barón de Montesquieu, que se basó en ideas previas de Locke y Aristóteles, así como de Hamilton y Rousseau. Hasta el día de hoy ha sido la manera más efectiva de repartir las fuerzas y evitar su excesiva concentración en una persona y la posible manipulación de ellas en su favor. Es además un buen control a tres bandas para un perfecto funcionamiento de ellas. Pero, como todas las cosas hechas por y para humanos, tienen defectos de forma.

El 1er poder que voy a describir es el Ejecutivo, el encargado de dirigir la política interior y exterior de un Estado, así como de mantener en buen funcionamiento la Administración. Tiene una especial fuerza, ya que debe gestionar las leyes creadas y aplicarlas lo mejor posible al pleno de la sociedad. Pero la manera de actuar depende del sistema que adopte la constitución del país. En el caso de ser presidencialista se denota una diferencia entre este poder y el Legislativo, no quedando tan diluido como en un sistema parlamentario (que parece una extensión clientelista al ser los miembros del Gobierno también diputados). Sin embargo, no hay control exhaustivo entre ambos poderes como la moción de confianza y censura en el parlamentario. Y la idea de que un Jefe de Estado pertenezca a un partido político creo que minimiza el concepto de símbolo de unidad y representación del país (bueno en los regímenes parlamentarios republicanos creo que, por el sistema de elección, maquillan su origen político para convertirlo en neutral, tal y como creo que debe ser). Últimamente se está dando en gran manera el "bonapartismo" que es la tendencia de darle supremacía al poder ejecutivo y que los otros dos queden por debajo de éste. No falta decir que esto mina las bases de la democracia y crea una especie de absolutismo moderno con la excusa de que el país lo necesita o que es necesario ningunear al resto.

El 2º poder descrito por Montesquieu es el Legislativo, el encargado de redactar leyes para un buen funcionamiento del Estado. Este poder en España toma el nombre de Cortes Generales y es de estilo bicameral, en donde una cámara redacta las leyes y la otra confirma que no entra en contradicciones o en ilegalidades. Existen países donde es unicameral. A veces parece redundante o anticuado ser dos cámaras y otras es esencial para verificar que existe consenso máximo entre partidos (aunque no sea al 100% o de todos los partidos). Lo malo en este país es la existencia de listas cerradas, por lo que se vota en grupo al partido sin ver quién te ponen dentro y quién no, se creen que confiando tu voto a un partido les das el beneplácito a todos sus integrantes, sin importar la calaña a la que pertenezcan. Desgraciadamente, nuestra ley electoral también tiene mil reparos, con su cálculo desproporcional que favorece a las mayorías y a las concentraciones de votos en zonas, y despreciando las minorías. Esto al final refuerza un anacrónico bipartidismo (fomentado por la ley D'Hont para consolidar la democracia en la época de la Transición pero mantenido para favorecer la alternancia y permanencia en el sillón). Como es lógico, en el sistema parlamentario goza de un mayor peso como centro de control y diálogo frente a los otros dos poderes, aunque claro, esto si fuese un mundo ideal. En el presidencialista, pierde fuerza pero gana distinción sobre al ejecutivo, aunque éste lleva casi siempre la voz cantante.

Para Montesquieu el 3er poder, el Judicial, es el que menos fuerza ha de tener, acaparando un poder testimonial. Afortunadamente, esto se ha arreglado y goza de un peso importante para imponer la justicia emanada por el pueblo para la buena convivencia entre ciudadanos y el acatamiento de leyes, junto con la revisión de las que parezcan entrar en conflicto con leyes superiores, tales como la Constitución. Debe ser el más independiente e imparcial de los tres para cumplir ese aforismo de que la justicia es ciega. No debe presionarse ni politizar sus acciones para garantizar así su independencia. Algunos países les dan un papel primordial al basarse en jurisprudencia más que en leyes ya redactadas, como en Estados Unidos. Sin embargo, en España, por la ley de 1985 la independencia del Poder Judicial queda en entredicho a causa de que el Gobierno y las Cortes Generales eligen a los integrantes del Consejo General del Poder Judicial (no el cupo que indica la Constitución, sino también el resto mediante un retuerzo de la interpretación del artículo al considerar que no deben ser elegidos por juristas reconocidos, ya que al entrar a la magistratura ya lo fueron). Esto se traduce en pactos por la justicia en que los dos grandes partidos se reparten puestos con miembros afines, politizando y desprestigiando así a este poder. Así se hablan de facciones dentro de los consejos, cuando debían ser todos independientes (a pesar de las inquietudes políticas que tiene toda persona); riéndose de esta violación democrática y llamándola pacto y estabilidad.

Para los estudiosos y expertos del tema existen otros tres poderes más, por su capacidad de influencia y efecto en la sociedad. El 4º sería entonces la Prensa, que tal como se ha comprobado en numerosas ocasiones puede afectar y alterar la política de un país. En algunos Estados están más libres para decir lo que quieren y en otros como que se atienen al bien del país, pero en ambos casos su poder es grande, ya que ha tenido influencia desde comienzos del siglo XIX (incluso ya en la Francia revolucionaria). En este poder, a mi opinión, se da la mayor capacidad de influenciar a los ciudadanos, gracias a la proliferación de los "formadores de opinión": editoriales, noticias en exclusiva, plumas invitadas, programas de tertulia en televisión y radio. Creo que es el que más afecta directamente al pueblo puesto que tenemos el defecto de creernos todo lo que nos cuentan. Lo malo es que para captarse seguidores intentan polarizarse, por lo que un día pensé que si la prensa era realmente objetiva y neutral sólo haría falta un periódico y una cadena de televisión. A lo mejor más, ya que se puede centrar más en sociedad, economía, política, etc. Sé que suena fascista o totalitario pero no lo indico en ese sentido, sino en registrar el hecho tal como es (suena aburrido sí) lo que obliga al lector a interpretarlo según sus ideas y no que ya me den en dos periódicos dos conclusiones diametralmente opuestas del mismo hecho. Quizás aparte de informar quieran adaptar al lector y no hacerle pensar... vete a saber.

El 5º poder puede ser achacado a Internet o a la intervención del Estado en la vida del ciudadano. En el primer caso sería algo positivo, ya que la libertad que circula por las redes permite expresar una impresionante diversidad de opiniones no tamizadas por los tradicionales medios de comunicación, evitando miras sesgadas o tamizado de noticias. Las redes sociales crean una nueva manera de relación entre humanos que quizás no se dio antes. Pero su gran acierto también es su gran error (tal y como sucede con la Wikipedia), tal multitud de opiniones que incluso los que no tienen ni idea pueden opinar, tergiversando el hecho y creando una consciencia diferente de él. En el segundo caso es la combinación de los tres poderes clásicos para guiar al país por una política fija, interviniendo económicamente si es necesario. Esto se ha puesto en práctica varias veces con resultados quizás cuestionables en algunos aspectos: fascismo, comunismo, privatizaciones, estatalizaciones, liberalismo, etc. Aunque la idea empiece siendo buena y adecuada para la población tanta acumulación de poder puede llevar a desvirtuar los bueno propósitos.

Finalmente, el 6º poder se asocia a las instituciones infranacionales y supranacionales, como los gobiernos autonómicos y la Unión Europea, respectivamente. La delegación de atribuciones permite un mejor reparto y competencia que debe beneficiar al país en su conjunto (que aprenda Francia y su obstuso centralismo) en última instancia y a todos los ciudadanos (a todos sí, y esto va para España). Políticas comunes entre Estados mejoran la coordinación y las alianzas, pero claro está una disolución fuerte puede llevar a la disolución del Estado a un mero papel ceremonial y la pérdida de identidad.

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Publicado originalmente el  05-05-2010

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