domingo, 9 de octubre de 2011

Lenguas en el Senado

A pesar de la mala planificación por las fechas en que se propuso es una idea a considerar. Me explico, la coalición nacionalista llevará a trámite la posibilidad de uso de cualquiera de las lenguas oficiales del Reino de España (castellano, euskera, catalán, gallego y valenciano) en las sesiones del Senado. Evidentemente, inmersos en una desastrosa crisis económica no sienta bien que haya un gasto que puede evitarse usando todos la lengua común que conocen. La construcción de salas donde alojar a los traductores, el sueldo de éstos, la modificación de infraestructuras y dispositivos de comunicación representarán un coste excesivo que no nos podemos permitir hoy en día. Es momento de reducir costes sin agravar las rentas de jubilados, funcionarios y mileuristas con congelaciones de sueldos, disminuciones o aumento despiadado de IVA. Según escuché algo se va a hacer para gravar a los millonarios aunque parece más un lavado de cara para calmar los odios. El Gobierno central lo tiene complicado cuando el resto de las autonomías manejan también mucho dinero y a veces sin mucho cuidado. Se podrían ahorrar 26000 millones de euros si todas implementasen las buenas técnicas de algunas de ellas. Pero a lo que vamos, si es posible no aumentar el despilfarro debe escogerse esta ruta. Para un momento de mayor versatilidad económica (y ojalá que sea pronto) es un tema a tomar en serio.

Las Cortes Generales españolas, centro del poder legislativo, se dividen en el Congreso de los Diputados y el Senado. El primero tiene carácter nacional y el segundo de representación territorial. Es decir, la cámara baja analiza las leyes buenas para todo el Estado y la cámara alta ratifica que además de ser leyes positivas para el conjunto de España lo son también para las autonomías. Pero claro, todo esto en un sentido idealizado y óptimo. Todos sabemos que la política adolece de ciertos e incómodos defectos. Un día pensé que si el Congreso es nacional los partidos nacionalistas deberían presentarse entonces al Senado, o acudir a las elecciones en cada rincón de España. Bueno, quizás esto sea una conclusión precipitada mía o un buen abogado versado en leyes quizás pueda indicarme sus puntos positivos de su presencia en el Congreso. Además, la gran mayoría de los ciudadanos da a entender que el Senado es como algo sobrante que no tiene mucha influencia. Esto creo que es porque funciona a imitación del Congreso con su división en partidos políticos y no ejerce como auténtica cámara de representación territorial donde haya senadores por cada comunidad sin contar su afiliación política, en la medida de lo posible claro debido a las listas cerradas y la morbosa ley electoral que tenemos. Ya en 1834, aún en la minoría de edad de la reina Isabel II, la regente María Cristina firmó un Estatuto Real por el que se creaban cuerpos legisladores: la cámara de Procuradores del Reino (el acutal Congreso) y la de Próceres del Reino (el Senado), en un intento de entrar en el liberalismo y olvidar el absolutismo fernandino. De esta manera se anulaban las cortes convocadas por estamentos y se proponía una elección por localidades. Éstos crearían leyes pero contaban con la supervisión de lo que será el Senado, integrado por miembros de nobleza, realeza y altos cargos administrativos y religiosos. Es como que no se fiasen de las ideas locas de los ciudadanos libres. Por tanto, fue una cámara de control y posible represión de las nuevas y extremas ideas que pudiesen surgir. Con el tiempo ha intentado adaptarse a una nueva rama política, olvidando su origen aristocrático (la Constitución de 1869 que usará Amadeo I no tenía tantas restricciones, aunque haberlas haylas) y darle una nueva concepción (la actual) o incluso desaparecer y establecer un sistema unicameral (durante la II República y el régimen franquista). Hay que destacar que las primeras Cortes de Occidente se celebraron en el Reino de León a finales del siglo XII y principios del XIII. Bueno, realmente las primeras fueron en Islandia por el siglo X, pero no tuvieron continuidad como en León ni la repercusión en los otros Estados europeos. No hace falta decir que su concepción y funciones difieren enormemente de las Cortes Generales actuales (eran un reclamo de la nobleza para recortar los poderes del Rey y conversar la creación y aplicación de leyes o la petición de recaudación de impuestos o la llamada a levas). Pero desgraciadamente, la historia democrática española ha sido tan corta que no se le ha hecho honor a ser la semilla de las cámaras parlamentarias actuales, por lo que nuestra actitud y calidad democrática queda lejos aún de muchos países, por lo que no podemos reclamar con orgullo las Cortes leonesas hasta que no haya algo más de experiencia democrática.

No creo que sea muy oculto a cualquier lector avezado que España es un Estado aglutinador de diferentes naciones con diferencias y muchas cosas en común, con historia y lengua en unos casos idénticas y en otros diferentes, por lo que si el Senado representa a todas las autonomías españolas el uso de sus lenguas cooficiales debe estar permitido y fomentado. Ya en época de los Reyes Católicos, cuando se maceraba la idea de España (en una unión al estilo visigodo, no la concepción de los reyes sobre las Españas -la adhesión de los territorios cristianos bajo su mando-), en donde se fomentaban las relaciones entre Castilla y León con Aragón y que compartían la misma política internacional, dando una inercia que sugería un viaje en común. Con los Habsburgo los reinos estaban ya aglutinados bajo la misma Corona (conocida como Monarquía Católica Hispánica), con una concepción de identidad unificada, aunque con sus leyes y administraciones diferentes (de ahí la conservación del término de las Españas, aunque sin el sentido de la era feudal), en donde cada reino se autogestionaba con sus leyes, prerrogativas o fueros. O sea, que según a mi entender, el origen de España y su articulación en los siglos XVI y XVII indica que España puede considerarse una Nación de naciones, que antes fue así y no tenía nada de monstruoso, que andaluces, vascos, gallegos, etc. tenían sus propios puntos de vista pero participaban de una empresa común, por lo que no veo tan mal que si el Senado quiere reformarse y ser auténtica cámara de representación territorial no ha de hacer oidos sordos de los orígenes de estos territorios y que si se quiere usar una lengua diferente del castellano andan en todo su derecho. ¿Miedos por egoísmos o fragmentación? Ya hoy en día como está la cosa hay egoísmos y en vez de avergonzarse los causantes se enorgullecen. Sobre la fragmentación, he de decir que no olvido al Congreso, que sí es de naturaleza y espíritu nacional, por lo que vela por España en su conjunto, balanceando entonces con el Senado y todo ello bajo el respeto y acatamiento a la Constitución de 1978 que tiene conceptos buenos aunque sea tan criticada. Pero eso sí, hoy con la crisis mejor ahorremos cuanto podamos y usemos la lengua que nos une a todos (aunque sea por el mero hecho de conocerla), que ya habrá tiempo de implementar las lenguas en un fururo algo más rentable económicamente.

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Publicado originalmente el  26-05-2010

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