martes, 11 de octubre de 2011

La maldición de la burocracia

¿Alguno ha renegado alguna vez de los trámites burocráticos? ¿Sí? Parece que casi todos. Es que es verdad, cuando una civlización alcanza cierto grado de evolución se enlentece de manera impresionante por el aumento exponencial de la burocracia. Trámites y papeles que parece que llegan a ser casi todos superfluos. Quizás sirvan para dar de comer a una multitud de personas que de otra manera no sabrían hacer otra cosa. La cantidad de funcionarios es pasmosa, en especial los funcionarios de estos trámites. En España, su número frente al de población creo que supera con creces la media de Europa.

Ya decían que en el Imperio Bizantino la burocracia era tan grande y enorme que retrasaba y resqubrajaba el progreso del país. Hoy parece que estamos en las mismas. En un principio, la burocracia tuvo que ser un medio para racionalizar la administración estatal: si cada uno hacía las cosas a su manera había tanta complejidad que todo se derrumbaba y por eso se tiene que seguir unas reglas para regular y controlar, puesto que el Estado tiene que supervisar lo que hacen los ciudadanos. Pero a veces parece que esa supervisión se convierte en un Gran Hermano opresivo que ya no mira por el bienestar social, sino por sus intereses mezquinos aplicados en la cúpula gobernante. Alguna lengua viperina dirá que la burocracia es tan compleja para que a nadie se le ocurra innovar o aventajar al ciudadano medio, o al propio Estado (que tiembla de pensar que la gente lo vea como algo innecesario y caduco). Lo mismo pasa con los abogados; en Argentina me comentaron que las leyes eran tan oscuras en su redacción y a veces contradictoras entre sí para dar trabajo a este gremio. ¿Verdad o ficción?

Lo que uno no llega a enteder es que en la era de la informática y la comunicación por vía satélite la burocracia sea tan torpe. Piden fotocopias y fotocopias una y otra vez, trámites casi imposibles y datos redundantes. Uno esperaba que con la era de Internet y los DNI electrónicos con entregar una vez una fotocopia o dejar en la base de datos lo que te piden ya sería suficiente, pero no. Si no está acompañado por una fotocopia (quizás compulsada por un organismo lejano y más lento aún) no vale. Un amigo se atrevió a proponer que hubiese un perfil burocrático en Internet o en los archivos de un Ministerio: ibas actualizando los datos y escaneando todo lo que normalmente te piden y si en el futuro era necesario llevar a cabo un trámite, quien te pedía las cosas accedía a esa base para descargase lo pedido. ¿A nadie se le ocurrió antes? Sospecho que sí, pero la "burrocracia" se obstina en ser lo más lenta y anacrónica posible para dificultar el trámite aún más... y si lo haces tú, mejor que mejor, más vas a tardar y a perder el tiempo en cosas que poco o nada van a servirte. Y normalmente, ¡siempre te falta un documento! Lo raro es que lees la redacción de lo que te pedían y no aparece el mencionado dato. Vas a entregarlo creyendo que está todo y tu gozo en un pozo. Lo hacen adrede, apuesto algo a que sí. Así que si a pesar de los avances tecnológicos siguen con medios anticuados para tardar más y nunca tienes los requisitos completos, más te van a tener perdiendo el tiempo.

Una vez probé en enviar una documentación en la que en unos planes de doctorado faltaba la legalización del Ministerio de Educación. No pasó nada y el trámite siguió adelante. Esto demuestra que al final ni miran todo lo que te piden. Otras veces, para los antecedentes penales, tengo que sacarme una y otra vez las huellas dactilares... y eso que nunca cambian en la vida y que con una vez ya valdría. A mo novia le echaron para atrás un pago porque no había entregado un documento que no existía. Totalmente incomprensible (y eso que explicó por qué la entrega de otro documento en vez del que pedían a pesar de no existir). Claro que cuando se dieron cuenta avisaron que esa excusa no valía y que tenía que entregar otro documento parecido, pero como le habían avisado fuera de los días de recepción era su culpa que no lo entregase en el plaza de recepción. Siento que sea tan liado y contradictorio, pero fue así: te avisan fuera de término y te critican porque vas a entregar un papel ya fuera de término (si al final creen que todos tenemos una máquina del tiempo).

Y muchos funcionarios hacen la cosa cada vez peor para desesperarte. Te tratan como un tonto o con desprecio, tachándote de mentiroso y delincuente. O se niegan a atenderte porque les parece más entretenido tomar café mientras escuchan alguna historia de un compañero de oficina. Y los pocos que son competentes los anulan para que el resto no se vea tan miserable. Quizás la vida de estas personas fuera de la oficina sea tan anodina y deprimente que tienen que humillar a la gente para sentirse alguien importante. No lo sé.

A veces pienso que si los robots toman consciencia de sí mismos y dominan a la humanidad tras una revuelta, las cosas no serían tan apocalípticas como nos pintan libros y películas. La burocracia sería casi inexistente, rápida y eficaz y la corrupción sería una leyenda para asustar a los bebés en las noches de tormenta. Peor de como están las cosas es algo casi imposible de lograr.

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Publicado originalmente el  07-06-2011

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