lunes, 10 de octubre de 2011

Bicentenario

Los avatares de la vida de vez en cuando te dan una que otra sorpresa y esta vez fue estar en un país que celebraba su bicentenario por todo lo alto, como es Argentina. Hace tiempo que esperaba el momento para ver cómo celebraban una especial fecha patria los habitantes del país. Se dieron realmente todas y cada una de las ceremonias y celebraciones típicas, pero evidentemente, elevadas a una magnitud extraordinaria: desfiles militares, misas, conciertos, fuegos artificiales, exposiciones, representaciones teatrales y culturales, competiciones deportivas, etc. Argentina vivió unos días festivos con toda la intensidad que se pudo, ya que pilló justo tras un fin de semana, creando un puente festivo de cuatro días, lo que fue un broche de grandes celebraciones.

La celebración fue el 25 de mayo y creo que es la primera de la serie de bicentenarios que festejen la independencia de América Latina. En 1810, tras los pésimos intentos de gobierno por parte del virrey, la gente de Buenos Aires se congrega en la plaza central y pide su dimisión. Los ánimos están caldeados, ya que se ha ocultado que la metrópoli ha sido invadida por tropas francesas que han capturado al rey Fernando VII Borbón y puesto en su lugar a José I Bonaparte. Muchos ricos criollos ven la fantástica oportunidad de hacer negocio de controlar en exclusiva los impuestos y aranceles aduaneros del puerto de Buenos Aires, la mayor fuente de ingreso española en la zona. Además, si se independiza el Río de la Plata no tendrán que elevar los precios de sus ventas por tener que llevarlas a la península y podrán competir mucho mejor y vender directamente a los países vecinos (como con el futuro Imperio de Brasil). Todo esto queda enmarcado en el germen del liberalismo predicado por la Revolución Francesa y la independencia de Estados Unidos. No hay que mencionar que Inglaterra favorecerá las disputas para hacerse con la exclusividad comercial con la nueva nación. De todas formas, no sentaba bien que los franceses empezasen a controlar sus designios y tras destituir al virrey se forma el primer gobierno patrio: un triunvirato elegido por el pueblo y no por el Rey. Éste se encargará de asumir las funciones del virrey y apoyar a Fernando VII, por lo que se mantiene la lealtad a España mientras los propios habitantes se rigen por sí mismos. Tras la Constitución de 1812, Buenos Aires seguirá proclamando lealtad al Rey, por lo que huye de rendir pleitesía a la Regencia, y tras su caída, a la Junta Suprema del Reino. Por tanto se puede ver una magnífica maniobra que intenta calmar a la resistencia mientras se dan pasos agigantados hacia una próxima independencia. Esta forma de capear el temporal le reportará tiempo valioso para decidir su propio destino. Pero como en todos lugares, al poder llegan tanto gente capaz como gente con la única idea de barrer en su beneficio. Por tanto, los insignes Mariano Moreno y Manuel Belgrano pronto son ninguneados y llevados lejos de Buenos Aires, para que los secuaces de Saavedra campen a sus anchas, dejando en el cajón del olvido las buenas propuestas y una tentativa de instaurar una monarquía argentina con un descendiente de la casa real inca como Rey. La resistencia en la zona andina contra los ejércitos realistas cobra fuerza y en Tucumán el 9 de julio de 1816 se firma definitivamente el acta de independencia, ya que la vuelta al trono de Fernando VII deja en papel mojado la táctica de lealtad, puesto que al estar libre puede mandar qué hacer o qué no y ya la junta de gobierno tendría las manos atadas. Unido a que el Rey traiciona a los españoles liberales e impone de vuelta el absolutismo, hace que se reafirmen en la independencia. Gracias a José de San Martín, un héroe de la guerra de independencia española, las victorias en el frente se hacen definitivas, obligando a España a reforzar las zonas controladas y desistir de las emancipadas.

Volviendo al tema, la celebración en Rosario acumuló a miles de personas frente al Monumento a la Bandera para presenciar más de una hora un espectáculo de fuegos artificiales, focos de luz y proyecciones con láser. Algo de música y el himno al final coronaron todas las celebraciones iniciadas con actos litúrgicos, conciertos y eventos culturales. La gente radiaba de alegría en un sentimiento común patrio que nunca había percibido en España. Hacía como de observador científico atento a una actitud que no había visto nunca y me pareció que no era tan mala y que gente argentina sin tener en cuenta sus ideologías se reunieron para disfrutar y honrar a su país, lo que claramente indica que no hubo nada simpatizante del fascismo, que desgraciadamente se ha convertido en un ataque demagógico a ideas diferentes de los que opinan en un debate. Incluso llevé una escarapela con los colores argentinos y comenté que se asemejaba al motivo que usa la Real y Distinguida Orden de Carlos III, lo que nos permitió pensar en cómo vivieron esas horas del 25 de mayo los reunidos en la plaza del Cabildo, donde posteriormente irá emplazada la Casa Rosada (digo en la misma plaza, el Cabildo sigue existiendo pero más reducido), sede del Gobierno. Por tanto, en un ambiente ameno e integrador pudimos pasar unas horas de disfrute y comida, aprovechando en ese día de manera especial todo lo que cada habitante tenía en común con el resto.

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Publicado originalmente el  05-08-2010

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