Hablemos de Democracia

Twitter ha abierto mi mundo de expectativas. Tras un rechazo frontal a estas redes sociales y convencido por mi buen amigo Melchor me creé una cuenta para expresar ideas cortas o conclusiones a las que llego leyendo prensa. Frases ingeniosas que no merecen olvidarse y que son tan efímeras que en el blog no tendrían cabida. Al menos así hay algo por donde dejarlas a la posteridad. Además, el mundo político está aprendiendo a darse a conocer por Internet. Multitud de opiniones y la posibilidad de entablar conversación con integrantes del partido hace más directa la relación, te convencen mejor y tras más esfuerzo que leyendo o viendo sus medios de comunicación parciales y afines por subvenciones. Hace pocos días seguí un debate entre periodistas y organizaciones políticas en donde en cierto momento hablando de un aspecto preguntaron si algunos hechos planteaban más democracia que otros. No estaba invitado al debate, por lo que me abstuve de expresar mis ideas. Para mí no es necesaria más democracia, sino mejor democracia. Una vez que esté mejorada pidamos más, o no, pero antes hay que arreglar los desperfectos de la casa antes de abordar construir una nueva habitación.

Respecto mi punto de vista, creo superado el conflicto de si Monarquía o República, cuál es más democrática. Aparte de contextos económicos e históricos junto con las convicciones personales de cada uno, creo que no afecta la forma de Estado directamente al ciudadano medio. Ni al ir a comprar pan, ni visitar al médico afecta la jefatura a la vida diaria. Habrá sus reglas y excepciones (por ejemplo, me quedo más con la democracia sueca que la cubana). A lo que me estoy refiriendo es que hay una corriente actual de pensamiento que clama que más democracia significa votar más (como si pidieran que votásemos también por el color de ojos del hijo del vecino o por si queremos los tres poderes clásicos o cambiarlos por uno u ocho). Sin menospreciar a la posibilidad de que consulten más al pueblo creo que es muy peligroso crear una identidad democracia-voto. No es eso, es mucho más. Además de votar una democracia exige a unos ciudadanos formados, críticos y no apáticos por lo que sucede a su alrededor. Una ciudadanía que exija a sus representantes, una ciudadanía que pueda aplaudir o vituperar ciertas decisiones efectuadas durante el mandato de los políticos (porque al final el voto no es un cheque en blanco durante cuatro años, es un contrato por ese tiempo a cumplir). Una democracia necesita que los votos tengan peso, no unos cálculos caciquiles que den más poder a ciertas zonas o grupos que a otras. La democracia es también la existencia de los tres poderes clásicos independientes entre sí, controlados mutuamente, neutros y objetivos a la hora de aplicar sus cometidos. Donde cada poder tenga la voz de la mayoría, pero con respeto y consideración a las minorías, en busca permanente del consenso. Donde los políticos más cercanos al electorado sean elegidos por su valía tanto dentro (es decir, que el ministro de Defensa no pase por arte de magia a Fomento teniendo formación académica y conocimientos únicamente de Química) como fuera del partido: gente capaz y preparada elegida con listas abiertas que anulen el amiguismo o el clientelismo. Políticos que sean honrados y que para evitar su decadencia no tengan mandatos eternos. Una búsqueda en contra del nepotismo y la corrupción, que los más preparados en el tema puedan exponer sus ideas en consonancia al programa político y la población que confió en su mensaje. Una democracia pide a gritos compromiso ciudadano, investigación, respeto a los recursos, diplomacia con el exterior, educación de las nuevas generaciones, consenso entre partidos por el bien común aprobando buenas ideas y no orientación política. Una democracia necesita de un Jefe de Estado apolítico, moderador y representativo. La democracia tiene una gran base en la Constitución redactada, que debe ser respetada por todos como el consenso supremo. Pero ésta no debe ser rígida, ha de ser aplicable a los tiempos y necesidades que vayan surgiendo, lo que le hace susceptible de ser modificable en un entorno de convivencia.

La democracia se sustenta con una Justicia alejada de partidismos. La independencia y objetividad son indispensables. Cargos públicos con influencia en las decisiones del Estado o su funcionamiento deben acatarse a sus funciones y no congraciarse con una fuerza política (Fiscal General del Estado, Defensor del Pueblo, Tribunal de Cuentas, Ministerio Fiscal, Tribunal Constitucional, Consejo General del Poder Judicial, Banco de España, Consejo de Estado, etc.). Una democracia se asienta en un verdadero Parlamento, donde se hable y se dialogue, no donde se ausente la mayoría o los diputados no puedan elegir por sus electores y se obliguen a agachar la cabeza por directrices de sus mandamases (en verdad el votante elige un programa electoral de un partido, en teoría; por tanto, deberían votar lo que plantean en su programa pero lo que deban decidir sobre cosas que no estaban en el programa o corresponde a su conciencia o a una extrapolación de lo que opinaría su electorado). Es inaudito que en el mismo parlamento no se hable ni escuche, que las mofas o actos infantiles sean los que dominen. En democracia no deben existir religiones oficiales. Ha de haber laicismo y respeto a todas las confesiones, que deben aceptar el juego democrático. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado deben cumplir sus obligaciones para con los ciudadanos y velando por la paz, seguridad y bienestar, y éstos han de dedicarles el respeto que merecen al igual que los políticos que deciden sobre sus derechos y obligaciones. La democracia no puede funcionar si asociaciones y sindicatos dependen de los presupuestos estatales, ya que dejarían de representar a sus afiliados y pasarían a obedecer los dictados del partido de turno que los sufragan. Debe existir una economía saneada y eficaz, donde la viveza evasiva del ciudadano medio sea vista como un reproche y no como una virtud. Inversión estatal en todo el territorio y de excelencia y posteriormente inversión privada para que el ciudadano pueda optar por lo que más le convenga. Se necesita de sanidad garantizada y cuidados a los discapacitados y mayores, pero no como una enfermera, sino ayudando a que puedan ayudarse. La democracia necesita de autogobierno y gestión propia por las regiones y naciones que componen el Estado, pero siempre con una presencia central que ayude y beneficie al ciudadano. Las competencias quedan transferidas cuando pueden hacerse con destreza en favor del ciudadano, pero transferir por deporte o por deseo de aglutinar no ayuda a tener más democracia. Cada persona, en una democracia, es consciente de sus derechos y olbligaciones, puede expresar sus ideas en base al respeto de otras diferentes siempre que sean dichas con educación y mente abierta, fomentando el diálogo y no el dogmatismo o la intolerancia. Democracia es estar orgulloso de las diferencias y aplaudir y potenciar lo que nos une. Democracia también es sinónimo de políticas y actuaciones iguales en todo el país de ciertas cosas que por lógica deben ser así. Una democracia no acepta la redundancia e inutilidad de cargos y menos si esto no reporta beneficios a los habitantes. Austeridad de los cargos, cuentas publicadas y transparentes, sinceridad con el resto, colaboración, todo esto es necesario.

Quizás lo que digo suene muy utópico; es verdad, puesto que somos humanos y sólo hace falta decirles lo que es bueno que hagan para que realicen lo opuesto. La democracia creada en la Grecia clásica no es la actual y tiene miles de diferencias. Además, no es el sistema político más perfecto, está lleno de fallos; pero, parafraseando a Churchill: que alguien intente o se atreva a mostrarme otro sistema mejor. Difícil reto, ¿verdad?

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Publicado originalmente el  13-09-2010