domingo, 9 de octubre de 2011

Cuestión de confianza

La confianza en una relación es siempre de vital importancia y más si es entre el Gobierno y el pueblo. Por fortuna, el sistema parlamentario pone en juego este punto, junto al de la moción de censura. Es un control de doble sentido entre Parlamento y Gobierno, una retroalimentación que permite un equilibrio entre poderes. La crisis que está viviendo el Reino anda perdurando más de lo pensado en un principio, ya que además del palo internacional había una crisis autóctona en ciernes que se sumó a la anterior, prolongando los desastres. Esto está unido a la poca predisposición del Gobierno para intentar paliar los primeros embates por unas ideas de ocultar los datos para obtener réditos electorales. Hoy en día, a causa de la desidia y los tirones de orejas por parte de la canciller alemana Merkel y el presidente estadounidense Obama han obligado a llevar a cabo duros programas para evitar la debacle española y que se lleve en su caida a la Unión Europea en el factor económico. Bien es cierto que las medidas son necesarias, pero a destiempo y sobre las clases menos pudientes ha sido algo que ha dolido profundamente. No entenderé mucho de economía, pero subir el IVA no va a recaudar más, puesto que si las cosas cuestan más comprarás menos. No sé si recuerdan los jerifaltes que no tenemos un sueldo desorbitado como el suyo. Si finalmente había que pedir la colaboración de las clases media y baja debían haberlo hecho hace más tiempo y con medidas menos restrictivas en el plano social (por ejemplo, se anda debatiendo el proyecto de reforma laboral con unas condiciones de despido que no satisfacen a nadie hoy en día). También es necesario que los ricos también colaboren. No en el sentido de expoliarlos por el mero hecho de ser ricos, pero sus aportes en impuestos han de tener algo de repercusión, tal y como podría ser resucitando el impuesto sobre el patrimonio. Para que la gente no se quejase por sus recortes sociales rápidamente indicaron que los ricos también pagarían, pero en vez de subir el IVA a cosas que no están al nivel de los mortales han hecho varias cábalas para ver que no se enfaden los ricos, incluso retirando la calificación de paraíso fiscal al Gran Ducado de Luxemburgo, como en un guiño de que pueden poner sobre seguro sus fortunas. Así que por tanto, de vuelta a los curritos para sacar a España del hoyo. También están empezando a haber recortes simbólicos en el Gobierno y Administración, tanto como en la Casa del Rey, el Congreso de los Diputados y el Senado. Este ahorro no es muy excesivo pero al menos da confianza al pueblo de que los de arriba también piensan en apretarse el cinturón y dar esa imagen. Aunque, para ser sinceros, también falla, como en el caso del uso de aviones especiales para desplazamientos a los mitines políticos o sus impresionantes pensiones tras pocos años de trabajar como parlamentario.

Los sindicatos ya están empezando a mover ficha para movilizar a los trabajadores y presionar al Gobierno mediante huelgas generales. Lo que es de aplaudir, pero también he de recriminar que algo tarde. Y es que si reciben fondos de los Presupuestos Generales del Estado empiezan a confundir a quiénes se deben, si sus afiliados o a los que les entregan millones para que haya connivencia y pocas peleas. Como lei en un correo electrónico, al igual que se propone acertadamente para la Iglesia Católica, deberían estar fuera de los Presupuestos y vivir de las subvenciones de afiliados, que son los que realmente más necesitan su ayuda. Así se autofinanciarían y serían más independientes. Bien es cierto que todo esto apunta al Estado central, que no controla (si descontamos la Administración) más del 30% del gasto. Un 50% corresponde a las Comunidades Autónomas, a las cuales no se les controla el gasto ni nada por el estilo, cosa que no debería ser así. Ya propuse que es necesario un organismo que controle el buen uso de los gastos autonómicos. No es centralismo, mis improbables lectores ya sabrán que no me gusta el centralizar, pero tampoco la duplicación innecesaria de ofertas y las trabas comerciales y laborales entre autonomías. Si el Estado recuperase ciertas competencias y controlase el buen hacer autonómico algo habría de provecho. Además, si dejasen de fichar amigos y chupópteros, de triplicar consejerías y empezasen a realizar una buena gestión en sus materias delegadas (o sea, que copiasen lo que otras autonomías hacen bien) habría un importante ahorro, cifrado en unos 26000 millones de euros. Esta cantidad es mucho mayor que el ahorro que se hace al retirar las prebendas electorales del cheque bebé, la ayuda a jóvenes emancipados, el regalo de 400€, la ley de dependencia, las ayudas a mujeres maltratadas. No digo que estas ayudas sean malas y reprobables, lo que no me gusta es que se lancen como propaganda electoral y cuando económicamente no es viable. Esto debe ser una idea a largo plazo y deber ir implementándose a la par que las arcas del tesoro lo permitan. También deben pensar en un nuevo modelo de desarrollo, dejando atrás la soberana explotación de la construcción, la especulación, la dependencia energética y el turismo desaforado. Con planes de futuro y sin sesgo político deben empezar a mirarse un fomento de la investigación, de la educación, de las energías propias, etc. Mencionado esto no me queda otra cosa que dar un toque de atención a las maniobras de distracción para que nos centremos en unos puntos y olvidemos lo mal que están gestionando la crisis. Me refiero a las leyes generadoras de crispación del estilo memoria histórica, aborto, libertad religiosa, caso Garzón, corruptos opositores y desfalco gubernamental. Estas leyes son demasiado importantes y valiosas como para hacerlas sin consenso y de buenas a primeras (como la ley del aborto). Es algo que la sociedad tiene que sentir como suyo y proponerlo a sus representantes para que haya debate con expertos y entendidos y llegar a unos puntos básicos, no que se genere en altas instancias y abra debates acalorados en la gente y obligándoles a ponerse en un bando u otro para perder tiempo enfrentándose y desacreditándose. Y las imputaciones delictivas deben investigarse y juzgarse con toda la fuerza y rigor de la ley, no tirarse basura unos a otros para desprestigiar, sino aguantando y aceptando el crimen y su sentencia, depurando las bases y cambiando a una conciencia adecuada para el cargo que representan.

Y todo esto me lleva al título del escrito, la Constitución de 1978 hace hincapié que existe este mecanismo para valorar la función del Gobierno (artículo 112). No quiero que sea una moción de censura (artículo 113) promovida por el propio Congreso de los Diputados. Aunque el presidente Zapatero lo esté haciendo mal, la moción de censura debe proponer un sustituo para ocupar la Presidencia del Gobierno. Y seamos sinceros, la Oposición no merece auparse de esa manera al cargo. En cada sesión comprobamos cómo critican sin proponer, su imitación de propuestas legislativas ante la incapacidad de elaborar sus propias propuestas, los casos de caciques regionales y la corrupción a gran escala, la crítica de las embajadas autonómicas cuando ellos mismos tienen varias en el extranjero de la comunidad que representan. En caso de que sea propuesto el diputado Rajoy no es que gane el mejor sino el menos malo y eso a la larga trunca el desarrollo en España. Ahora también está de moda el diputado Durán i Lleida, que si bien ha tenido una larga y loable trayectoria en el Congreso y ahora está hablando con sinceridad y no callándose lo que es necesario oir hay que tener en cuenta que representa un partido nacionalista conservador. No es que el nacionalismo sea malo, ni mucho menos, ya sabéis mi opinión al respecto de fuerza motriz estatal, ni siquiera cuestiono su idoneidad como persona o como político, pero al estar circunscrito a una Comunidad Autónoma si ocupa la Presidencia llevará políticas que sean lo mejor para España siempre y cuando sea lo mejor para Cataluña, o sea, actuará sobre el todo en función de lo que necesite una parte, en vez de lo opuesto al más puro estilo simbiótico, quiero decir, la suma de las partes y sus relaciones configuran el todo, por lo que lo que sea bueno para el todo lo debe ser para una parte. Por consiguiente, sólo veo idónea la cuestión de confianza, unido al hecho que la propone el propio Gobierno ante el Congreso y esto daría una idea de sinceridad y honradez al darse cuenta que quizás no lo estén haciendo tan bien como deberían. Es darle honor y respeto al cargo que ocupan y sincerarse con los demás sobre su labor. No me queda muy claro qué pasa si pierde la confianza, sé que debe dimitir pero no sé quién quedaría como Presidente, sospecho que si los diputados no aceptan el derrotero del programa es quien ocupe el cargo de la Vicepresidencia quien se postula a Presidente. O como se hace referencia al artículo 99 quizás tras no pasar la cuestión de confianza se propone como candidato a uno de los representantes de los partidos que tienen diputados (que siempre sea candidato el de la lista más votada es un hábito del Rey en consonancia con el proceso democrático electoral, pero en principio el candidato puede ser cualquiera de los representantes, o sea, el que tuviese en principio las mejores propuestas o el que estuviese más preparado para las circunstancias inmediatas), tal y como ocurre tras una elección, y debe contar con el apoyo del Congreso al proponer el nuevo programa. Pero después de tantas disquisiciones, ¿servirá para algo tanto elucubrar? Quizás ni se den elecciones anticipadas y pase lo que pase al barco, hundido o no, se convocarán elecciones para marzo de 2012.

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Publicado originalmente el  30-06-2010

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