lunes, 10 de octubre de 2011

Retorno a España

No fue tan complicada esta vez la vuelta, pero las anécdotas siempre están. Bueno, sí, en el sentido sentimental fue durilla la vuelta pero paso a relatar lo curioso del tema. El autobús de Rosario a Buenos Aires tenía el motor recalentado, por lo que al final perdimos media hora esperando el recambio. Ya atravesando la Capital Federal el atasco duró cerca de media hora. Se notaba que era final de horario laboral. Así que con una hora de atraso llegué al aeropuerto, que en pocos minutos pude lograr despachar todo.

Sin embargo, para rizar el rizo, el avión aterrizó media hora tarde, por lo que íbamos a salir con 30 minutos de retraso. Comer y leer avanzan el tiempo que no veas. Ya embarcados se nos dijo que por una huelga de controladores de Uruguay tendríamos que estar esperando hora y cuarto al despegue. Afortunadamente, quince minutos después por presiones se pudo convencer a los imitadores de los controladores de España que teníamos que despegar. El viaje entre leyendo y durmiendo se pasó rápido.

Ah sí, en Barajas a la salida había que tomarse un taxi, cuyo taxista resultó ser un adepto a las ideas de la derecha más extrema. Estuvimos conversando sobre la realidad del país y la moral caída de sus habitantes, cosa que estoy comprobando con un par de preguntas a varios conocidos. También habló de las ventajas de Aznar sin ver sus meteduras de pata colosales. Cuando se iba caldeando el ambiente (porque para qué negarlo, estaba picándolo en sus convicciones) llegué a casa de mi tío.

A la mañana siguiente había que viajar a Andalucía, cambiando el sol madrileño por nubes y lluvia. Con el sol el frío no se sentía tan fuerte. Ese sábado el Rey inauguraba el trayecto de AVE Madrid-Valencia, así que fuimos temprano para poder sortear eventuales cordones policiales de seguridad. La reserva la hice por móvil, que tras tantos datos los muy idiotas me la hicieron para el domingo, por lo que tuve que llamar y tras infinitas musiquitas me lo corrigieron... excepto que consideraron que anulación de billete y nueva compra tenía un coste de 5 €, los cuales debía abonar. Si fallo yo, pago yo, si fallan ellos, pago yo. Injusto y cruel. Iba a reclamar, pero ir a Atención al Cliente minutos antes de la salida del tren era un suicidio, que los de Renfe pedían a gritos que lo hiciera para humillarme del todo. Finalmente, tuve que tragarme mi orgullo y pagar ese dinerillo para estar en casa con los míos, que ya me criticaban por mi permanencia en Madrid (aunque sabiendo que el avión llegaba tarde e iba a perder el transporte a Andalucía como el año pasado, no sé por qué tanta crítica).

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Publicado originalmente el  21-12-2010

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