miércoles, 12 de octubre de 2011

La autocensura por miedo

Sin libertad de expresión estamos acabados. Nadie valora esto en su justa medida, puesto que algunos confunden esto con la libertad de insulto. Las ideas de uno mientras más razonadas, fundamentadas y mencionadas con el mayor respeto, mejor que mejor. Esto dignifica lo que dices y cobra más peso. Y con ello puedes criticar lo que no te gusta y alabar lo que te entusiasma.

Pero la libertad de expresión se convierte en un instrumento vital cuando se usa para poner de manifiesto ciertas tropelías y desmanes. Alerta a la gente y la obliga a actuar al tomar consciencia de lo que está ocurriendo a su alrededor. Por eso me horrorizo y me llena de pesar que a mucha gente se le impida expresarse, y no solo en países dictatoriales, sino en los más democráticos incluso. La televisión española, vituperando el articulado constitucional, va a crear una comisión que escuche las ideas de los dos grandes partidos y editen (léase, censuren) las noticias a difundir para que solo haya lo que les convenga y nada de críticas.

Esto incluso se puede convertir en una pequeña anécdota (que no lo es, quede claro esto) comparado con la represión informativa en México. Paralelo al Gobierno están las organizaciones del narcotráfico, poderosas como ellas solas, con miembros entrenados y con arsenal de última generación. La trata de blancas también está dentro de su círculo y si te atreves a denunciarlos y poner a las autoridades a la pista de algo van y te ejecutan. Pero una ejecución ritual, cruel y malvada para que sufras antes de morir y quede una señal clara para los demás: si haces lo que hizo terminarás como él. Lo último es la decapitación y la exhibición de la parte cercenada con una declaración minuciosa de por qué esto. Me recuerda a los escarmientos medievales, no por ello menos efectivos. Las murallas estaban veteadas de las cabezas de los enemigos para disuadir a todo el mundo. Esta vez el mensaje fue claro; ni Internet, esa fuente de anonimato que te permite expresarte sin cortapisas, puede ocultarte de su venganza.

¿Hará que todo el mundo calle y se resigne? ¿O quizás vamos a olvidar obligadamente lo que ha pasado? Las redes sociales, como Facebook, piden que desaparezca el anonimato. Hay cosas jodidas de expresar en público y ante conocidos porque sabes que no van a aceptar ciertos puntos, como que tienes una orientación sexual diferente de la que presumes, que tienes vicios o que votas a un partido que si lo saben los de tu entorno no van a parar de atosigarte. Quizás la transparencia acabe con lacras como la pedofilia y evite las amenazas gratuitas a personas, pero nos van a dejar a todos sin barreras para que vendan nuestra información al mejor postor.

El narcotráfico vive porque lo dejaron vivir. Estados Unidos necesita un suministro constante y México quizás vio a estos clanes con connivencia en un principio hasta que fue demasiado tarde y la criatura creció hasta proporciones colosales. Quizás la venta libre y legal frene en cierta medida la sociedad paralela que se ha formado. Cada cual, sin molestar a los demás, tiene libertad absoluta de hacer lo que quiera con su cuerpo. Que sea fácil adquirir, con campañas de aviso de las adicciones y con tratamientos médicos adecuados, y que no sea un cúmulo de talco y papel de periódico quizás haga que la fuerza de los narcos caiga en picado al no ser necesarios. Como buen organismo vivo intentará mantenerse con vida y se dedicará a otra cosa. Que la Policía sea transparente y sin amiguismos y que se dedique a perseguirlos quizás sea otro paso, pero creo que me adentro en un mundo de especulaciones a las que no sé cómo resolver. Personas más inteligentes y preparadas que yo han de ponerse manos a la obra. Pero esto, ante todo, es un problema de todos y todos hemos de empujar el carro.

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Publicado originalmente el  29-09-2011

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