lunes, 10 de octubre de 2011

Diario de Viaje: Malargüe (Septiembre 2010)

Las oportunidades de viaje en este trabajo siempre están presentes. Como viene siendo habitual, cada año acudo a la reunión de la Asociación de Física Argentina. Y esta vez me tocó en Malargüe, un pueblecito de alrededor de diez mil habitantes, enclavado en las tierras desérticas a los pies de la cordillera de los Andes. Está en la provincia de Mendoza, conocida por sus buenos vinos, cosa que pude comprobar. A las afueras de este pueblo existe el mayor detector de rayos cósmicos del hemisferio sur, el Observatorio Auger. Doce horas de viaje con escalas en Mendoza y San Rafael nos llevaron a Malargüe, con un tiempo nuboso y frío (aunque el resto de días era un buen clima excepto al anochecer que el viento y el frío se apoderaban de todo). Como era tan reducido el pueblo era como los años del Proyecto Manhattan que desarrolló la bomba atómica, una ciudad exclusiva de físicos. Nos quedamos en un apartahotel que estaba más allá del cartel de salida del pueblo, lo que hacía unas caminatas largas al centro y aderezadas por frío. La inauguración fue al día siguiente, tras haber visto dos veces Robin Hood en el viaje de ida y haberme sentado en un asiento mojado, sólo protegido por una bolsa de plástico y mi reducida cordura por la película. Pero como hubo empanadas todo termina perdonándose. En ese martes nos encontramos Juan y yo con Anabela y más compañeros de Buenos Aires, por lo que el desvarío prometía seguro. No fallé en mi predicción, ya que a la hora de cenar el camarero intentó timarnos dando una parrillada para dos en lugar de para cuatro y justificar su elección. Rencillas y palabras acaloradas fueron el tinte de la noche.

Al día siguiente y darnos cuenta que el café de la mañana no tenía la definición AFA oficial (no había medialunas y te daban una cajita con galletas sabor pizza y muchos saquitos de infusiones) me puse en mi papel diplomático a saludar a todos los investigadores que tienen relación con nuestro grupo. Todo sea por causar buena impresión y hacerse un hueco en la profesión. Cosa ilógica, sólo fue un día dedicado al tema de Fluidos y Plasma, varias charlas en poco tiempo y casi sin tiempo a preguntar. Anteriormente me había acercado a las charlas de partículas que versaban sobre el proyecto Auger y sus continuaciones. En ellas seguí haciendo acto de presencia. El planetario de Malargüe era impresionante con su pirámide azul y los espectáculos eran bastante interesantes, aunque quedaba lejos del centro de convenciones. Fui incluso a charlas sobre física aplicada en la medicina para ver qué corrientes contra el cáncer y análisis de datos se estaban aplicando. Y atravesando un bosque pudimos encontrar el polideportivo donde irían nuestros pósters. Había además receptores de repuesto de rayos cósmicos, por lo que la visita al desierto no estaba muy fortalecida. Al menos durante la sesión de pósters sí hubo cruasanes. Por la noche salimos y tras unos cocktails dignos de mención fuimos a ver si había fiesta por parte de los jóvenes físicos. La había, pero más allá del fin del mundo y se estaba terminando, por lo que sólo nos dio tiempo de beber un poco más y desvariar con chistes y la intención de asegurar llegar a un estado de conciencia alterado.

El jueves fue otro día de charlas y en la sesión de pósters pude preguntar sobre algunos de interés, a la vez que explicaba el mío a un exiguo grupo de conocidos. No hubo mucho que hacer ese día, al menos que no tuviese que ver con comprar regalos o ir a comer helados, sólo que fue bueno ver cómo los habitantes del pueblo estaban ganando dinero a manos llenas por la repentina llegada de turismo. La noche llegó con fuerte viento y el intento de golpe de Estado que surgió en Ecuador. Fui a un hostel a comer un asado e intentar llevar a cabo una partida de cartas, pero con gente de tan diversa procedencia fue imposible ponerse de acuerdo con las reglas. El viernes lo pasamos de visita turística, adentrándonos en la Cordillera de los Andes. La mezcla de rocas volcánicas y sedimentarias en amplios farallones enfrentados era impresionante. El aire seco y los picos afilados cubiertos por nieve, los riachuelos, las aguas color turquesa de la Laguna de la Niña Encantada, la estación de esquí para ricos de Las Leñas (en las que pudimos descender una pendiente nevada para ver quién se caía), las referencias a las aguas termales y la visita al Pozo de las Ánimas, unas estructuras geológicas conocidas como dolinas casi circulares llenas de agua por la caída de las paredes de una gruta ancestral. La siesta posterior fue obligatoria, terminando por dar un paseo por el pueblo y ver su famoso reloj y terminar en la cabaña de Anabela para tomar unos mates y perder el tiempo. Tras la cena aparecieron los cocktails de rigor. El sábado ajustamos las cuentas y comenzamos el periplo a Rosario. Hasta San Rafael pusieron La Milla Verde con tanto acierto que el trayecto duraba menos que el largometraje, quedándonos sin ver en qué terminaría. Recolocados en un nuevo autobús (con fuerte olor a vómito) vimos la película más mala de la historia: predecible, sin argumento y para llorar. No recomiendo a ningún ser vivo que vea Flicka 2. Los ronquidos de un obeso que no paraba de comer al menos suavizaron nuestro estupor. Un par de horas en Mendoza, donde fracasaron nuestros intentos burocráticos de conseguir unas facturas para el grupo terminaron en el viaje de vuelta (donde el servicio de cena es espectacular) viendo la última de Stallone (sí, la que acumula a los héroes de acción de los 80 y 90 del siglo XX), para dispararse una bala en la cabeza. Al menos pude dormir bien y durante mucho tiempo, por lo que me dio tiempo de leer en Rosario y acudir al recital coral de un grupo de amigos.

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Publicado originalmente el  13-10-2010

1 comentario:

  1. jajajaja buena crónica!! Me gustó sobre todo la parte en la que el encuentro conmigo promete desvaríos! Es un don es un don....

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    Comentario original hecho el 30-11-2010

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