domingo, 9 de octubre de 2011

Para echarse a temblar

Leyendo el libro del economista Santiago Niño Becerra titulado El Crash de 2010 uno suelta involuntariamente el dicho que titula el artículo. Plantea un futuro jodido y a la vuelta de la esquina (según él, para agosto) y lo peor es que parece que va acertando, tras las medidas antisociales que se están dando en España para paliar la crisis por los desmanes cometidos en las últimas décadas. Fue este autor quien aventuró ya por 2002 ó 2003 que la bonanza económica española iba a recibir un duro revés en el lejano 2007. Evidentemente, los que sabían del tema dijeron que estaba loco y que era un profeta de idioteces. Pero en 2007 se evidenció con la explosión de la burbuja inmobiliaria que los que sabían del tema no eran tan sabios y que las predicciones se han cumplido con una excactitud de reloj. Según este hombre, los sistemas económicos se crean debidos a unas causas especiales para erigirses en sustitutos de anteriores modelos económicos, pero al no ser previstos así contienen siempre defectos intrínsecos de base, por lo que en un determinado momento dan lugar a un error sistémico que colapsa al sistema. Según sus cálculos, los ciclos económicos son de 250 años. El paso del feudalismo al mercantilismo y de éste al capitalismo han abarcado más o menos un cuarto de milenio, así que las crisis periódicas que tiene un sistema de por sí lo que hacen es abocar a su colapso.

Tras las guerras napoleónicas y la consolidación de las monarquías absolutistas (aunque con el tiempo finalmente se implantaría el liberalismo) se intentñó derrotar a la burguesía comerciante. Para ello se le prohibió que se metieran en política y como recompensa mediocre que se encargasen del mercado. Lo que no dedujeron los aristócratas fue que pasadas décadas la economía y el comercio llegarían a dictar la política, por lo que el capitalismo se convirtió en el modelo preponderante. Como se ve, los burgueses ganaron por la puerta de atrás. Bien, el capitalismo se basa en la ganancia de capital, por supuesto, y esto se consigue maximizando beneficios y minimizando costes. La carrera depredadora hace que la sociedad sienta profundos cambios y avances, como es la Revolución Industrial y la mejora de tecnología que busca nuevas fuentes de energía y basa el sustento de la sociedad en la energía eléctrica. Las revoluciones sociales de finales del siglo XIX parecen ser, según el autor, de una jugada maestra de las mentes capitalistas. Veían que tenían saturados los mercados, por lo que para seguir aumentando ventas era necesario aumentar el mercado, los obreros, por lo que se les subió el sueldo, se les prometió vacaciones pagadas y jubilaciones y condiciones dignas de trabajo y asistencia médica. Mejorando entonces su nivel de vida serían algo más felices y tendrían más tiempo libre en el que podrían gastar sus ahorros adquieriendo productos y servicios de los mandamases, justo como querían. Es duro pensar así de uno de los grandes logros de la humanidad y la sociedad, pero da miendo pensar que quizás fue así.

La crisis de 1929 hizo un replanteamiento del capitalismo en sus bases. No cambiaron para nada sus ideas pero empezaron a buscar una manera de seguir prosperando exponencialmente. La competencia ahora planteaba una lucha darwiniana y sólo el mejor, o el más caradura, podían seguir adelante. Y entonces se creó el sector servicios, el tercero tras el agropecuario y el industrial. Eso de recoger materia prima y modificarla era ya cosa del pasado y se empezó a incidir en un sector que realmente no produce nada (un guía te enseña una ciudad, un agente de viaje te compra un pasaje y te reserva un hotel, un camarero te trae comida y bebida, cosas que uno por sí mismo podría hacer), siendo el más preponderante de los tres y el que ocupa más trabajadores (el uso de maquinarias especiales y robots hicieron que no fuese tan necesitada la mano de obra en los otros dos sectores, disminuyendo los empleados del sector primario y manteniendo el número del secundario). Pero la crisis de 1973 reveló el defecto de base del capitalismo. Una de sus hipótesis se reveló falsa. La cantidad de recursos y de potenciales usuarios es limitada. En el primer caso es jodido hasta que no haya minas en la Luna o se colonicen las cuencas oceánicas y lo segundo se palia abriendo mercado en países emergentes y pobres, tales como África y países del sudeste asiático. Pero esto sólo aumenta la agonía y mientras tanto se aumenta la deuda y se lanzan granadas de humo. Pero para Niño Becerra esto se acaba, ya no se puede endeudar más un Estado por la desconfianza de los demás y los recursos serán un bien preciado. Por tanto, el sector terciario caerá inexorablemente dejando multitud de parados, las prestaciones sociales no serán ya tan ingentes por falta de fondos y sólo encontrará futuro quien tenga conocimientos aplicables (que tiemble el cuarto sector, el de investigación y desarrollo, que ya tendrá que tener una mente industrial y no sólo por el progreso de la ciencia). Habrá un ecologismo obligado, no por amor a la naturaleza, sino para cuidar las posibles fuentes energéticas y maximizando el rendimiento de la obtención de energía, a la par que reciclando lo máximo posible para no desaprovechar nada. La escasez de petroleo hará que se mire a la energía nuclear y se ponga ya la gente en serio a investigar sobre renovables, que a pesar del bombo aún no han desarrollado una tecnología eficaz y subsisten gracias a fondos económicos de ayuda. Esta forma de ecologismo forzado y competencia canina estará controlada por megacorporaciones, los amos del futuro (al estilo de Blade Runner), ya que los Estados se revelarían ineficaces en sacar a la sociedad adelante. Aunque claro, las empresas sacarán adelante el puesto porque les conviene a ellas, convirtiendo a la población en una mano de obra útil para sus propósitos. Habrá leyes restrictivas y xenófobas, construyendo barreras (Estados Unidos, Israel), ghettos y una acción brutal de las fuerzas de seguridad (Italia). Para evitar revueltas sociales se abaratarán las necesidades primarias de entretenimiento (televisiones panorámicas de plasma con 300 canales de cotilleo y fútbol) y quizás se legalicen las drogas blandas al estilo de la marihuana. Ya en 2100 supone que en este nuevo modelo, o en los albores de su surgimiento, los humanos se hibridizarán con una tecnología biológica, ojos y oidos artificiales para los ciegos y sordos, implantes de memoria y teléfonos, etc. Esto se parecerá al juego de rol de Shadowrun, con una sociedad tecnodependiente ya sea por avance científico o porque las corporaciones quieren vender cosas que no servirían aún y crear adicciones.

¿Quién será la nueva potencia mundial? Se supone que será la que tenga la suficiente masa de ciudadanos especializados y bien formados (Japón, Canadá), con una experiencia laboral elevada. También los que tengan recursos naturales (combustible -Arabia Saudí- o comida -Argentina-), quizás durante un tiempo sigan teniendo voz los que tengan amplios recursos militares (Estados Unidos, Reino Unido). ¿Qué pasará con China? Muchos creíamos que iba a ser la siguiente primera potencia pero como ahora sólo se dedica a exportar elementos para el sector servicios y como complementos que no son de primera necesidad, dejarán de comprarles y hundirá su economía a una velocidad pasmosa. ¿No será el momento del auge del marxismo? Posiblemente haya intentos en algunos países, sea como último recurso sea por influencia de países limítrofes (Venezuela). Pero el socialismo y el comunismo nunca han sido realmente implantados en ningún país, ya que aunque es un buen sistema está en una cota de idealismo muy grande y la teoría es difícl de llevar a la práctica, ya sea porque Marx no previó que los humanos somos cabezotas y nos cuesta la idea de que se ha de llegar siguendo unas reglas estrictas y mecánicas o que al llegar ahí existe el error de no haber previsto la connatural codicia humana. Así que un mundo post-capitalista de competencia feroz y con democracia subyugada a los intereses privados (como ahora pero a lo bestia, o quizás sin democracia como Starship Troopers) será lo que nos depare dentro de dos meses y medio. Ojalá se equivoque el autor, porque la cosa va a dejar de ser tal y como recordamos para siempre y de una manera durísima. Espero que sea más un tirón de orejas para enderezar el rumbo y no el último clavo a nuestra tumba.

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Publicado originalmente el  27-05-2010

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